La letra «A», inicial de este país del Cono Sur americano no está integrada, al menos por ahora, en la sigla BRICS, formada por las iniciales de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, pero en Buenos Aires ya hay muchos que especulan si será BRICSA, ABRICS o BRICAS.
La invitación a la presidenta Cristina Fernández a participar en la sexta cumbre del grupo, que se celebrará el 15 de julio en la ciudad brasileña de Fortaleza, se percibe como un guiño más a su incorporación después de que India revelara su interés, así como el de Brasil y Sudáfrica, de incorporar a la tercera economía latinoamericana. «Es un dato significativo para la Argentina», declara la economista de la Universidad de Buenos Aires (UBA) Fernanda Vallejos.
Esto «habla no solo del reconocimiento del resto de los integrantes de la importancia y potencialidad de la Argentina, sino de una puerta abierta para un reforzamiento en lo político y en lo económico de nuestro país en el concierto internacional», subraya. Vallejos destaca el protagonismo del BRICS durante la última década en el crecimiento de la economía mundial, en un contexto de crisis financiera en el Norte industrial.
BRICS fue el nombre con el que en 2001 el economista Jim O'Neill, de la empresa inversora Goldman Sachs, bautizó a los mayores mercados emergentes. En conjunto, representan alrededor de una cuarta parte del producto interno bruto mundial, el 43 por ciento de la población del planeta y el 20 por ciento de la inversión global. Además, según destaca la cancillería argentina, esos países concentran el 45 por ciento de la fuerza laboral del planeta, más de 3.000 billones (millones de millones) de dólares de reservas monetarias internacionales y una producción agrícola de 2.000 millones de toneladas anuales.
En un mundo formado por los bloques, plantea Vallejos, el grupo BRICS tiene creciente eco en los foros internacionales, donde «reclaman una participación acorde con el peso de sus economías». «La propuesta de India, con quien el comercio bilateral se expandió un 30 por ciento interanual durante 2013, avalada por Brasil y Sudáfrica, echa definitivamente por tierra, además, la cantinela de la oposición interna respecto a un supuesto aislamiento del mundo de nuestro país», opina Vallejos, también investigadora del Observatorio de la Energía, Tecnología e Infraestructura para el Desarrollo.
La invitación formal a Fernández fue cursada por Rusia, que también confirma así su apoyo. «Creo que esto demuestra que Argentina está plenamente insertada en las relaciones internacionales, no «aislada del mundo». Simplemente no se acopla a las políticas de los países centrales a cualquier costo y en cualquier circunstancia, como en otros momentos de su historia», destaca el politólogo Nicolás Tereschuk, también de la UBA.
La invitación que recibió Argentina del BRICS casi coincidió con el anuncio, el 28 de mayo, del acuerdo alcanzado entre el gobierno de Fernández y el Club de París, al que este país debía 9.700 millones de dólares, desde la moratoria de pagos de hace 13 años. Sectores políticos argentinos cuestionan como ilegitima esta deuda con acreedores oficiales, por haberse originado en su mayoría durante la dictadura militar (1976-1983). Pero el gobierno centroizquierdista de Fernández espera que el acuerdo facilite el regreso de financiación e inversión internacionales.
Para el economista Diego Coatz, ese acuerdo y otras medidas adoptadas por el gobierno como la de «mejorar» sus estadísticas públicas, cuestionadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI), evidencia un «giro» de las autoridades destinado a «volver a integrarse al mundo en materia financiera» y a «ubicarse de forma positiva internacionalmente». En ese contexto, Coatz, integrante del Centro de Estudios de la Unión Industrial Argentina, sitúa el acercamiento al BRICS.
La incorporación permitiría que Argentina «vuelva a aparecer como país emergente en vías de desarrollo con mucho potencial», sostiene Coatz. También representaría una nueva ventana de financiación externa, cuando se requiere captar divisas y atraer inversiones.
El grupo proyecta la creación de un Banco de Desarrollo Regional, alternativo a organismos como el FMI, el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo, que podría formalizarse en la cumbre de Fortaleza. El banco contaría con un fondo de 50.000 millones de dólares para financiar infraestructuras en sus países. Además establecería un fondo de reservas comunes de 100.000 millones de dólares, que «serviría de seguro ante volatilidad de los mercados», según Vallejos. «Argentina podría acceder a financiación con tasas muy beneficiosas respecto de los onerosos intereses que exigen otros organismos internacionales» y financiar así infraestructuras para su desarrollo.
Por su parte Vallejos señala que «la profundización del comercio internacional a partir de un potencial ingreso al BRICS significa importantes posibilidades para la Argentina de avanzar fuertemente en la consolidación de un perfil industrial de mayor desarrollo, con inserción en cadenas globales, desarrollo de sectores estratégicos e industrialización de las zonas rurales».
Pero el interés sería recíproco de parte de los países del BRICS. «La invitación llega tras las turbulencias en los mercados emergentes a principios de este año, cuando la prensa del 'establishment' financiero internacional habló de una 'decadencia' de los BRICS», analiza Tereschuk. Además, «China crecerá a un ritmo algo menor, India está en un momento decisivo, con la disyuntiva de crecimiento más acelerado o estancamiento y la economía brasileña no está en un momento tan floreciente», señala el economista.
Así que para ellos y los demás miembros del bloque «unirse a un país de la periferia que integra el G-20 (Grupo de los 20) parece que es una decisión interesante de los BRICS», reflexiona. Por su parte, el G-20, conformado por economías industriales y emergentes, «está en una cierta crisis también, por la crisis en la que siguen inmersos los países centrales». Por eso según Tereschuk, Argentina le serviría al BRICS para «hacer sentir al unísono» la voz de sus dos líderes sudamericanos, Argentina y Brasil, «en la mayor cantidad de lugares posibles».
Para el politólogo, se trata de dos países que han liderado un «giro a la izquierda», con «crecimiento, reducción de la pobreza y de la desigualdad en un marco democrático y de más derechos políticos, civiles y sociales para sus ciudadanos». «Todas estas características -en conjunto- no las pueden mostrar los demás integrantes del BRICS», reflexiona.
Vallejos, por su parte, destacó el papel de Argentina como proveedor de materias primas. «Somos una potencia en materia agrícola», recuerda. Además, Argentina «cuenta con la segunda reserva mundial de litio, una de las principales de oro metálico, con casi 10.000 toneladas, 500 millones de toneladas de cobre, 300.000 de plata metálica, al tiempo que nos proyectamos como tercer exportador mundial de potasio», enumera. «Estamos parados sobre la tercera plataforma mundial en materia de hidrocarburos no convencionales. Y a eso hay que sumar el desarrollo tecnológico, el desarrollo nuclear para usos pacíficos».
¿«BRICAS», «ABRICS», «BRICSA»?. Lo que está en juego es algo más que la definición de una nueva sigla.