En los principales diarios irlandeses, hace unas horas las noticias más destacadas eran el bloqueo de taxistas en la calle O'Connell de Dublín o el terremoto en Indonesia. El referéndum que hoy se celebra en Irlanda sobre el Tratado de Lisboa ocupaba discretos espacios.
Sin embargo, en Bruselas y las cancillerías europeas todos están pendientes de lo que hoy ocurra en la isla. De lo que decidan unos tres millones de irlandeses depende el futuro de la Unión Europea. Sin el Tratado de Lisboa Europa vuelve a desdibujar su futuro, como ya ocurrió con la fracasada Constitución y, por si acaso, se ha empezado a hablar de una Europa a varias velocidades, en la que Irlanda, evidentemente, perdería el ritmo europeo.
Es la segunda vez que los irlandeses se pronuncian en las urnas sobre el Tratado y el primer ministro, Brian Cowen, ya ha advertido de que no habrá una tercera oportunidad. En los últimos días, Cowen ha optado por obviar las bondades del Tratado y ha sacado los temas de bolsillo para apretar las tuercas a los votantes, hasta repetir que el futuro de la economía del país está hoy en las papeletas de voto.
Los últimos sondeos aseguran un mayoritario voto afirmativo y la presión para pedir el sí ha sido tan fuerte en la campaña desde medios políticos y económicos que el Secretario de Estado para Asuntos Europeos, Dick Roche, ha alertado sobre el efecto perjudicial de un exceso de confianza.
Todos los poderes de la isla se han implicado esta vez en promover el respaldo al Tratado de Lisboa hasta el punto de que los partidarios del no han aprovechado ese argumento para basar su campaña en el alarmismo del adversario. Lo cierto es que hasta la multinacional Intel ha publicado páginas enteras de publicidad en la prensa irlandesa en apoyo del sí.
Las urnas se cerrarán a las 10 de la noche, pero el recuento de votos no comienza hasta el sábado a las 9 de la mañana. En la Unión Europea contienen ya la respiración. euroXpress