Antonio Muñoz Molina (Úbeda, Jaen, 1956). Hijo de labrador y ama de casa, descubrió su vocación gracias a los maestros que, atentos al talento del chico, pidieron a sus padres que le dejaran seguir estudiando en lugar de contribuir al trabajo en la huerta y la economía familiar. El aventajado de los jesuitas leía a Mark Twain, Alejandro Dumas y Agatha Christie, pero fue el Capitán Nemo y la literatura de Julio Verne quién disparó todas sus preguntas y le hizo comprender que detrás de cada historia había alguien que las escribía. «Por imitación de Verne concebí la posibilidad fantástica de hacerme yo también escritor».
Estudió Geografía e Historia en Granada y más tarde se trasladó a Madrid para estudiar Periodismo. Pronto supo que sus textos, cargados de ardor juvenil, idealismo y política podían representarse en teatros y contribuir a remover conciencias en la España ruralizada y convulsa de la pre-transición, el PCE y el franquismo.
Publicó su primer libro en 1984, una recopilación de artículos titulada «El Robinson urbano». Su primera novela, publicada en 1985, fue «Beatus Ille» y con ella ganó el Premio Ícaro. Sólo un año después obtuvo el Premio Nacional de la Crítica con la novela «El invierno en Lisboa». Después llegarían «Sefarad», «Ardor guerrero», «Plenilunio» o «La noche de los tiempos», con los que ha recibido, entre otros, el Premio Nacional de la Crítica en 1998 o el Premio Quijote de Literatura en 2005.
Con «El jinete polaco» ganó el premio Planeta en 1991 y nos concedió el honor de conocer su territorio imaginado Mágina, tierra mítica inspirada en un pueblo andaluz, como hizo Faulkner con Yoknapatawpha u Onetti con Santa María.
Muñoz Molina ha sido traducido al inglés, francés, alemán, italiano y portugués y es uno de nuestros escritores más internacionales, premiado con el Jean Monet de Literatura Europea, el Prix Méditerranée Étranger o, recientemente, el Premio Jerusalén, galardón siempre polémico y que varios grupos pro-palestinos y de intelectuales le pidieron no recoger porque opinan que legitima la ocupación israelí de los Territorios Palestinos. Antonio Muñoz Molina, defensor absoluto de las libertades del individuo, sí que fue a recoger el premio.
«Personalmente, puedo ser tan crítico o más con el Gobierno israelí como aquellos que me pedían no venir, pero no comparto el razonamiento de que por ser premiado soy cómplice», explicaba el escritor a una televisión española antes de recoger el premio. Muñoz Molina ha donado los 10.000 euros del Premio Jerusalén a una ONG que construye escuelas donde árabes y judíos estudian juntos.
Su último libro es «Todo lo que era sólido» (Seix Barral), un ensayo sobre el presente y el pasado de España, un ejercicio de memoria inspirado por la relectura de viejos periódicos y que habla de las crisis sociales, el descrédito institucional y los caminos que nos han traído adónde estamos. Él mismo reflexionaba así sobre ello en una entrevista concedida al periódico ELPAÍS con motivo de la publicación del libro: «Lo que se fomenta es que se viva solo el presente. Un presente que no se entiende, porque se hacer creer que las cosas, tal como están ahora, han existido siempre. Que los valores que hay ahora han existido siempre. Y eso no es verdad».
«Recordar y contar lo que uno ha visto, esforzándose por no mentir y por no halagar y por no dejarse engañar uno mismo por el resentimiento o por la nostalgia, es una obligación cívica», opina Muñoz Molina.
Miembro de la Real Academia Española desde 1995, también ha sido director del Instituto Cervantes de Nueva York, donde sigue pasando largas temporadas junto a su esposa, la también escritora Elvira Lindo.
El Premio Príncipe de Asturias de las Letras reconoce a autores «cuya creación literaria represente una contribución relevante a la literatura universal» y lo ha hecho ahora destacando el compromiso literario y ensayístico del autor de «El jinete polaco».
El jurado, presidido porJosé Manuel Blecua, e integrado por Andrés Amorós, Luis María Anson, Xuan Bello, Amelia Castilla, Juan Cruz, Luis Alberto de Cuenca, José Luis García Martín, Alex Grijelmo, Manuel Llorente, Rosa Navarro, Carme Riera, Fernando Rodríguez Lafuente, Fernando Sánchez Dragó, Diana Sorensen, Sergio Vila-Sanjuán y José Luis García Delgado ha estudiado 18 candidaturas procedentes de Bosnia, Cuba, China, Estados Unidos, Irlanda, Japón, Nicaragua, Países Bajos, Reino Unido, Uruguay y España.
El Príncipe de Asturias de las Letras también fue concedido a creadores como Juan Rulfo, Claudio Rodríguez, Günter Grass, Margaret Atwood, Doris Lessing, Camilo José Cela, Mario vargas Llosa y Phillip Roth, el año pasado.