Pero los críticos del paquete de reformas de la Política Agrícola Común (PAC), que tiene más de 60 años de vida, consideran que podría ahogar la productividad. La iniciativa de la Comisión Europea propone imponer duras condiciones para otorgar ayudas a los agricultores a fin de revisar un sistema de producción alimentaria poco eficaz.
En tiempos de crisis, asegurar el suministro alimentario es una tarea cada vez más complicada. Los defensores de la reforma sostienen que la respuesta no está en la producción industrial de alimentos. «Ya producimos mucho en Europa», dice la responsable de agricultura de la UE de la organización BirdLife, Trees Robijns.
«Pero tenemos que preguntarnos a qué coste y por cuánto tiempo podemos seguir así. Si no establecemos una agricultura sobre una sólida base agro-ambiental, a la larga perderemos. Destruimos nuestra agua, nuestros suelos, nuestra biodiversidad y eso hará que disminuya la productividad», indica Robijns, cuya organización promueve una reforma a escala local en el marco de la UE.
Varios estudios han demostrado que la agricultura sostenible a pequeña escala tiene una mayor capacidad productiva que la industrial. El último estudio de la Evaluación Internacional de Conocimientos, Ciencia y Tecnología para el Desarrollo (IAASTD, por sus siglas en inglés) muestra que la agricultura familiar sostenible es la mejor forma de atender a las dificultades alimentarias y ambientales. La Vía Campesina, red mundial que reúne a unos 20 millones de trabajadores rurales, también ha publicado un informe que concluye que los pequeños agricultores pueden alimentar al mundo.
Según La Red Europea de Desarrollo Rural, que trabaja en el marco de la Comisión Europea, las actuales políticas de la UE podrían tener consecuencias perjudiciales sobre la agricultura de subsistencia al considerar a los pequeños agricultores como «un elemento no deseable que obstaculiza la competitividad de la agricultura de un país».
En Europa oriental, hasta dos tercios de la agricultura de Rumania, se puede considerar de subsistencia o de semi-subsistencia. Y desaparece poco a poco. «La mayoría de la gente ha abandonado la agricultura en nuestro pueblo, se van a trabajar a la ciudad y con sus salarios compran comida en el supermercado», nos dijo el rumano Marcel Has, que trabaja un terreno de dos hectáreas en Firiteaz, en el oeste del país.
Nos refiere: «yo también estuve a punto de abandonar hace dos años, pero luego leí en una revista sobre la posibilidad de vincularse directamente con consumidores interesados en alimentos limpios y de producción local que es lo que hago», y añade «Ahora mantengo a mi familia y arreglo mi casa. Creo que la agricultura ecológica tiene futuro, la comida en los supermercados es de mala calidad y la gente quiere comer mejor».
La reforma de la PAC es un paso en la dirección correcta para fortalecer a la pequeña producción reconociendo su papel en la protección del ambiente y la biodiversidad, y compensarla por ello. La Comisión Europea también apunta a una agricultura más orgánica, que ahora representa alrededor del cinco por ciento de la que se practica en el bloque, y a impulsar a jóvenes a quedarse en el campo.
Es cierto que el problema de la seguridad alimentaria es más problemático fuera de Europa. Pero en esos casos también es cuestionable si la agricultura industrial al estilo europeo es la solución. Los subsidios a la producción agrícola de la UE hicieron que se inundaran los mercados de granos, azúcar y productos animales a precios tan bajos que grandes cantidades de países en desarrollo quedaron fuera de competencia.
Numerosos estudios documentan las consecuencias negativas de la política de la UE en los países del Sur, entre ellos un análisis sobre los efectos de las exportaciones de leche en agricultores jamaiquinos y una evaluación sobre el impacto del azúcar europea en Kenia, Tanzania y Uganda.
En respuesta a las fuertes críticas internacionales, la UE estudia el tema
«Los tiempos en que se necesitaba el reembolso de las exportaciones para evitar excedentes ya pasaron. En 2011, estos representaron solo el 0,5 por ciento del gasto de la PAC, comparado con un 11 por ciento en 1999», dice la Comisión Europea, «de hecho, los reembolsos a las exportaciones se usan rara vez, en tiempos de crisis, cuando los precios internacionales ya están muy bajos, por lo que su impacto es limitado», añade.
Pero La Vía Campesina tiene otra opinión: la UE y Estados Unidos, así como otros países ricos, excluyen a algunos sectores agropecuarios, como el aviar y porcino, en el caso de la UE, de la disminución de subsidios que se negocia en la Organización Mundial del Comercio (OMC). Además reclama que entre 1992 y 2008, la UE incluyó cada vez más subsidios en la llamada categoría de «caja verde» de ayuda económica permitida para sus agricultores.
La UE fue el mayor exportador de productos agrícolas del mundo, con 100.000 millones de euros en 2011. Europa es también el principal importador de productos agrícolas, la mayoría de origen animal, cuya producción implica un costo ambiental y social muy alto en los países exportadores, según el Transnational Institute.
Gerard Choplin, de coordinación europea de La Vía Campesina, nos dijo que la forma de garantizar la seguridad alimentaria es la reubicación de la agricultura y el fortalecimiento de los cultivadores locales en todas partes.
En su opinión, habría que prohibir las exportaciones a precios inferiores al costo de producción, permitir aranceles sobre importaciones a costes inferiores a la producción en el país comprador y evitar excedentes estructurales, pues la sobreabundancia que genera la competencia desleal ya ha perjudicado a la PAC.
En cuanto a la PAC, dice que habría que otorgar ayudas por persona para compensar a la pequeña producción ecológica y sostenible .