Los mensajes llegaban desde Berlín para dar más veracidad a los compromisos y ante un auditorio de empresarios escépticos sobre el futuro de la zona euro. Allí ha viajado Papandreu para escenificar sus esfuerzos por sanear cuentas y hacer reformas en Grecia y recibir las bendiciones de la canciller alemana. «Aportaremos toda la ayuda deseada desde el lado alemán para que Grecia recupere la confianza», aseguró Merkel.
El primer ministro griego lanzó el único mensaje que puede enviar de confianza en su país. «Prometo que los griegos lucharemos y volveremos al crecimiento y la prosperidad después de este periodo de dolor». A cambio, Papandreu pidió a sus socios europeos que agilicen las medidas adoptadas en julio para terminar con la crisis de deuda. Este miércoles, el Parlamento finlandés vota la ampliación del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera y el jueves lo hará el Bundestag. «No se trata de una inversión en los errores del pasado, sino en los éxitos del futuro», aventuró Papandreu.
Merkel quiso dar prioridad a devolver la confianza a los mercados y defendió la idea de destino común europeo, ante muchos de los que piensan que lo mejor es que Grecia salga de la eurozona. «El euro es nuestro futuro común. Si a Grecia le va mal, a Europa no le irá bien y a Alemania tampoco, a más tardar a medio plazo», dijo la canciller.
Todo eran buenas perspectivas. Sellada la paz grecoalemana, el ministro griego de Finanzas anunciaba que la troika de expertos de la Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo llegarán a Atenas esta semana, a tiempo de comprobar los avances realizados y de que el Eurogrupo apruebe los 8.000 millones de euros que Grecia necesita de inmediato.