El poderoso ministro Wolfgang Schäuble dice que sería un error pensar que la ayuda del BCE para relajar la presión de los mercados sobre los países del euro se puede traducir en menor esfuerzo por los Estados que la reciban. «Al contrario», dice el titular de Finanzas, «solo superaremos la crisis de confianza en la eurozona si se mantienen las reformas». «Los mercados aún no están seguros de que la zona euro aguante», señala en declaraciones adelantadas por el Bild am Sonntag.
Schäuble insiste en que los Estados deben reducir sus déficit presupuestarios y aumentar su competitividad, para después «adoptar las reformas institucionales necesarias en la UE y en la eurozona rápidamente».
Tras conocer los planes de Mario Draghi, el presidente del Bundesbank, Jens Weidman, ya dijo que «si el programa aprobado lleva a que se retrasen las reformas necesarias, se socavará más la confianza en la capacidad de la política monetaria de solucionar crisis».
Weidman intenta salvar la cara en política interna, después de que unánimemente la prensa alemana considerara que el Bundesbank es el perdedor en la lucha interna del BCE. «Ayuda sin límites para los países en crisis», interpretó el Bild; «Draghi hace saltar las alarmas en Alemania», tituló Die Welt, rotativo que ha hablado de «pesadilla» y «muerte del Bundesbank». El Süddeutsche Zeitung anunciaba que «el BCE ha cruzado varias líneas rojas».
Otro de los países que recela de la intervención del BCE, Finlandia, avisa también a los posibles beneficiarios de la compra de bonos. El ministro de Asuntos Europeos, Alexander Stubb, rechaza el calificativo de «duro» y dice que «los demás son demasiado flojos y eso debe cambiar». Stubb recuerda que Finlandia consiguió salir sola de la crisis en los años 90 con un programa de ahorro y «estaría bien que otros países hagan lo mismo».
Sin embargo, Stubb se muestra conciliador al señalar que «hace 20 años la crisis afectaba a Finlandia; Suecia, Dinamarca y Holanda no eran países competitivos y Alemania estaba considerada como el enfermo de Europa. Ahora es al revés y tenemos que ayudar al Sur a levantarse».