Angela Merkel ha pedido a sus electores en su último discurso de campaña «un mandato fuerte», pero eso es más que dudoso según un sondeo que se ha conocido este sábado. Los conservadores de Merkel, la Unión Demócrata Cristiana (CDU), junto a la Unión Socialcristiana bávara (CSU) obtendría el 39 por ciento de los votos que con el escaso 6 por ciento del Partido Democrático Liberal (FDP) su aliado hasta aquí, daría un 45 por ciento de los votos.
Por su parte la oposición, el Partido Socialdemócrata (SPD) obtendría un 26 por ciento, que sumados a los Verdes, 9 por ciento, y a la izquierda radical Die Linke que también obtendría un 9 por ciento daría un total del 44 por ciento. Aunque el SPD ha descartado una alianza con la izquierda radical.
La intriga está garantizada. Si persiste esa diferencia tan pequeña, Merkel podría verse abocada a pactar con su mayor opositor, el SPD, lo que llevaría meses de conversaciones y pasos atrás, hacia delante y a los lados como en una 'yenka' absurda.
Pero hay otro partido en discordia, la euroescéptica Alternativa para Alemania (AfD) que poco a poco y aprovechando los resquicios que le han ido dejando los otros partidos, se ha estado haciendo un pequeño hueco hasta convertirse en un posible comodín.
Poco ha hablado Merkel de Europa en esta campaña pero tendría que explicar con mucho detalle una posible coalición con un partido que promulga que Grecia y los otros países con problemas sean expulsados del euro o que la propia Alemania abandone el euro.
Acordándose de Santa Bárbara cuando truena
Y llegó el final de la campaña y Merkel se pasó la mitad de su discurso hablando de la Unión Europea. «Europa es importante económicamente, sí, pero es mucho más que eso» ha dicho la canciller para pasar a recordar que muchos de los que estaban escuchándola, incluso ella misma que tiene 59 años, no han vivido nunca una guerra.
Lo que ha dejado claro es que no va a permitir los eurobonos, ya dijo en otra ocasión que mientras estuviera viva no lo consentirá, ni la deuda conjunta y por si hubiera dudas ha dicho a sus votantes que solidaridad sí, pero «con condiciones».
De los 61,8 millones de alemanes que podrán votar este domingo, unos tres millones lo harán por primera vez y una quinta parte supera los 70 años.
El principal opositor al partido de Angela Merkel es el SPD de Peer Steinbrueck, que quiere subir los impuestos a los más ricos e instituir un salario mínimo (que en Alemania no existe) de 8,50 euros a la hora.
Steinbrueck, de 66 años, ha dicho que no pactará con Merkel en esta ocasión, una fórmula que ya probó en la primera legislatura de la canciller (2005-2009) en la que fue ministro de finanzas y diseñó una parte de la política económica que todavía continúa y que le costó a su partido miles de votos.
A las 16,00 GMT cerrarán los colegios electorales y se conocerán las primeras encuestas a pie de urna. Muchas preguntas se irán aclarando y todo irá volviendo a la normalidad. Es decir, volveremos a hablar de economía y de países del sur y del norte porque como dijo el ministro holandés de economía y presidente del eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, en el último Ecofin «en una semana y media, el mundo ya habrá cambiado», refiriéndose a estas elecciones alemanas.