El gobierno de Angela Merkel ha decidido prorrogar la vida útil de las centrales nucleares alemanas una media de 12 años, de forma que algunos reactores seguirán funcionando hasta 2040. Su plan es ganar tiempo para ampliar las energías renovables hasta llegar a lo que la canciller considera «una revolución».
«Tendremos el suministro energético más eficiente del mundo», aseguró Merkel consciente de la impopularidad de su plan en un país abiertamente contrario a la energía nuclear. Por eso, insiste en que se trata sólo de una fórmula puente hacia el futuro de plantas solares y eólicas.
A la industria nuclear la prórroga le saldrá por 30.000 millones de euros, en diferentes impuestos que servirán para desarrollar las energías alternativas y para paliar el déficit alemán. Parece mucho dinero, pero los antinucleares consideran que es sólo una mínima parte de los beneficios que obtendrán manteniendo las centrales. Las cotizaciones de EON y RWE, dos de las principales eléctricas alemanas, tuvieron ayer fuertes subidas en la bolsa.
De hecho, el Partido Socialdemócrata considera que Merkel se ha vendido a la industria nuclear. El anterior gobierno del PSD y los Verdes decretó el fin de la energía nuclear en Alemania para 2025, cuando el último de los 17 reactores debería dejar de funcionar.
El plan de Merkel tiene además un componente de política interna porque intenta ponerlo en marcha sin pasar por la Cámara Alta, el Bundesrat, donde los conservadores no tienen mayoría. La oposición ya ha anunciado que, si lo hace, recurrirán legalmente y que, si llegan al gobierno, revocarán la medida.
Los medioambientalistas alemanes ya han convocado una gran protesta el próximo 18 de septiembre. Greenpeace considera la prórroga nuclear una irresponsabilidad, que supondrá más gastos y 6.000 toneladas de residuos tóxicos. euroXpress