El accidente en la central nuclear de Fukushima va a suponer un antes y un después sobre el concepto de seguridad en ese tipo de instalaciones. Cuando la energía nuclear vuelve a ganar terreno en toda Europa, la canciller alemana, Angela Merkel, ha dicho que «lo ocurrido en Japón es un aviso para el mundo».
Merkel ha convocado un gabinete de crisis y ha decidido«sacar las conclusiones oportunas», es decir, revisar todo el sistema de seguridad de las centrales nucleares alemanas. «Sabemos que nuestras centrales son seguras, pero debemos analizar la situación». Berlin invita a sus socios de la UE a abordar el asunto a escala europea.
La cuestión es delicada para el gobierno conservador alemán, tras haber decidido derogar el acuerdo que antes tomaron socialdemócratas y verdes con la industria energética para cerrar las 17 plantas nucleares del país en 2021. Merkel decidió prorrogar la vida de las centrales ocho años para las más antiguas y catorce, para las más modernas.
El suceso de Japón ha dado argumentos al potente movimiento antinuclear alemán. Este sábado sesenta mil personas formaron una cadena humana de 45 kilómetros entre Stuttgart y la central nuclear de Neckarwestheim para pedir el fin de esta fuente de energía.
Distinta reacción en otros países
En Francia la reacción ante las consecuencias de la explosión de Fukushima han sido muy distintas. El ministro de Industria, Eric Besson, ha dicho que «todas las plantas de energía nuclear de Francia fueron diseñadas contemplando los riesgos sísmicos y los riesgos de inundación». Francia tiene 58 reactores nucleares activos y una fuerte dependencia energética de fuentes nucleares.
En España, en pleno debate sobre ahorro energético, no ha habido declaraciones políticas. La directora de seguridad del Consejo de Seguridad Nuclear, Isabel Mellado, asegura que las 11 instalaciones cumplen la normativa sísmica del Organismo Internacional de la Energía Atómica, que establece que la construcción esté preparada para afrontar «el mayor terremoto que cabría esperar».