Alemania ocupa el primer puesto seguido por Italia en una nueva clasificación sobre la eficiencia energética de 16 de las mayores economías del mundo. Estados Unidos aparece en el número 13 y México en el último. El Consejo Estadounidense por una Economía de Energía Eficiente (ACEEE, en inglés), una organización sin fines de lucro, considera la ineficiencia «una tremenda pérdida» de recursos y dinero. España está la octava justo en el centro de la tabla.
Las 16 economías incluidas son Alemania, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, España, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, India, Italia, Japón, México, Rusia y la Unión Europea como bloque.
La calificación se basa en 31 indicadores referidos a medidas de eficiencia adoptadas por la legislación en cada economía, así como en el sector industrial, del transporte y la construcción.
«Un país que utiliza menos energía para obtener los mismos o mejores resultados reduce sus costes y contaminación, y genera una economía más fuerte y competitiva», determina el informe del ACEEE.
«La eficiencia energética desempeña un papel en la economía de los países desarrollados desde hace décadas, pero la eficiencia energética rentable sigue siendo un recurso... muy infrautilizado», añade.
Aunque Alemania ha obtenido la mayor puntuación global, con 65 de 100 puntos posibles, y ha quedado en primer lugar en el sector de la «industria», China sobresalió en la categoría «construcción», Italia en «transporte», y Francia, Italia y la Unión Europea empataron en la sección «esfuerzo nacional».
México quedó en el último lugar, inmediatamente delante están Brasil, Rusia y Estados Unidos, con el puesto número 13.
Rachel Young, analista de investigación del ACEEE, reconoce que el gobierno de Estados Unidos ha tomado en el último periodo importantes medidas para limitar las emisiones de carbono, especialmente de las centrales de energía existentes.
Pero recomienda a Estados Unidos que «ponga en práctica un objetivo nacional de 'ahorro energético', fortalezca la elaboración de códigos de construcción modelo, apoye la educación y la formación en el sector industrial, y priorice la eficiencia energética en el transporte».
Estas medidas reducirían las emisiones, ahorrarían dinero y generarían puestos de trabajo, asegura.
Históricamente, el ACEEE se ha dedicado a mejorar la situación de la energía en Estados Unidos. Pero la nueva clasificación, dada a conocer el 17 de este mes, hace hincapié en que la eficiencia energética es una buena inversión ambiental y financiera, algo que se puede aplicar a otras economías.
El Worldwatch Institute, un centro de investigación con sede en Washington, es una de las muchas organizaciones dedicadas al desarrollo internacional que han adoptado este enfoque.
«Creemos que la eficiencia energética es una de las maneras más rápidas de que los países aprovechen al máximo el consumo de energía», afirma Mark Konold, director de proyectos del Caribe en el Worldwatch Institute.
«El kilovatio hora más importante es aquel que no necesita producirse», añade.
La eficiencia energética puede ser una sabia inversión económica para gobiernos e individuos por igual, asegura Konold, que pone como ejemplos al Caribe, África Occidental, América Central y América del Sur.
«Sobre todo en los países insulares, que tienen enormes cuentas de energía, la eficiencia energética puede hacer mucho para reducir la carga financiera» de la gente, señala. «Algo tan sencillo como la instalación de ventanas puede mejorar la eficiencia de los edificios» en esos estados.
¿Un cambio de paradigma?
El Worldwatch Institute y otras organizaciones consideran que la eficiencia energética es un elemento clave en la agenda de la sostenibilidad.
Konold, coautor de un estudio reciente sobre la energía sostenible en Jamaica, cree que es fundamental examinar el rendimiento de la inversión de las prácticas de eficiencia. Esto puede ayudar a determinar qué modelos energéticos rentables deben aplicarse en las naciones en desarrollo.
Estas recomendaciones son particularmente relevantes dado el creciente interés de la comunidad internacional por la eficiencia.
La Organización de las Naciones Unidas y el Banco Mundial, por ejemplo, impulsaron la iniciativa Energía Sostenible para Todos (SE4ALL) para ayudar a «promover un cambio de paradigma» hacia la sostenibilidad del Sur en desarrollo.
Como uno de sus tres objetivos, la SE4ALL apunta a «duplicar la tasa mundial de mejora de la eficiencia energética».
«La eficiencia energética es la opción más barata en cuanto a emisión de gases invernadero y de energía», dice Nate Aden, investigador del World Resources Institute , un foro de estudios con sede en Washington.
«Esto es especialmente importante para los países en desarrollo que procuran acceder a la energía y al mismo tiempo hacer frente al cambio climático», agrega.
Parte de este nuevo enfoque se debe específicamente a la SE4ALL, dice Aden. Los otros dos objetivos de la iniciativa, que consisten en el acceso universal a la energía y en duplicar el uso de energías renovables, son «compatibles y complementarios» con la eficiencia energética, añade.
El cambio cultural
Si bien las acciones de la comunidad internacional son importantes en la implementación de las estrategias de eficiencia energética, otros resaltan la necesidad de un cambio cultural a nivel individual.
«Una gran parte de este problema es la educación y la sensibilización», dice Konold, de Worldwatch Institute. «Cuando empezamos a difundir el mensaje de que la gente puede mejorar su propia situación es cuando empezamos a ver el cambio».
Muchos países no están sensibilizados con respecto a la energía, un fenómeno al que Konold ejemplifica con «dejar el aire acondicionado encendido con las ventanas abiertas». Pero el investigador sostiene que la gente puede comprobar la diferencia si adopta más conductas de ahorro de energía en sus hogares.
Young, del ACEEE comparte ese sentimiento y señala en su informe que los estadounidenses consumen aproximadamente 6,8 toneladas de petróleo por persona. Esto ubica a Estados Unidos en el penúltimo lugar en función del consumo individual de energía, solo superando a Canadá, donde el consumo llega a 7,2 toneladas.