Rumanía y Bulgaria ven, de nuevo, truncadas sus esperanzas para incorporarse con pleno derecho a la zona Schengen. «No ha llegado el momento para ellos», ha asegurado Hans-Peter Friederich, ministro de Interior alemán durante la última reunión de ministros de Interior de la UE celebrada en Bruselas. Su sentencia se apoya en la opinión que generalizada en el gobierno Merkel sobre que ambos países todavía son muy «deficitarios en la lucha contra la corrupción y el crimen organizado» y con grandes vacíos en «materia de poder judicial», lo que representaría un riesgo para el equilibrio del espacio europeo sin fronteras.
Era un veto anunciado semanas antes y que se ha convertido ya en tradición. Los problemas estructurales de Bulgaria y Rumanía (corrupción, redes criminales y débil poder judicial) que les impiden entrar en la zona sin fronteras, son los mismos que ya se advirtieron en septiembre pasado, cuando ambos países volvieron a quedarse a las puertas de la zona de libre circulación, a la que sólo se puede entrar con la unanimidad de los 26 Estados miembros del acuerdo. Junto a Alemania, son Holanda y Finlandia los que se oponen a su ingreso.
Decepción en Rumanía y Bulgaria
Los dos últimos países en entrar, hasta ahora, en la UE, se sienten decepcionados e injustamente excluidas de Schengen. Para el ministro de Interior búlgaro, Tsvetan Tsvetanov, «falta un diálogo constructivo, abierto y transparente que no se vea afectado por la política» mientras recuerda que hay otros partidos políticos alemanes que no respaldan la opinión y el veto de Merkel, como son Los Verdes y Die Linke (La Izquierda) que apoyan la entrada de estos nuevos países a la zona Schengen. Del otro lado, el sindicato de Policía alemán muestra su preocupación y se alinea con Friederich y la voz oficial: «no estamos en condiciones de garantizar la seguridad en el momento en que se abran las fronteras, por lo menos, hasta que no cambien mucho las cosas», ha asegurado un portavoz del gremio.
Los técnicos de Bucarest y Sofía tendrán otra oportunidad de presentar nuevos y más favorables informes sobre sus progresos en Justicia, lucha contra el crimen organizado y la corrupción a finales de este año. Eso sí, dada la reticencia alemana, holandesa y finlandesa, los progresos deberán ser más que notorios para que desaparezca el veto.
Bruselas, al margen del veto
Los ministros de Interior de la UE llegaron a un acuerdo de base para restablecer controles fronterizos temporalmente y por circunstancias excepcionales, entre ellas, en casos de presión migratoria difícil de controlar. Según fuentes de la presidencia semestral danesa del Consejo de la Unión Europea (UE), a principios del año pasado, el acuerdo se produjo a pesar de la oposición de la CE, que se queda al margen del proceso de toma de decisiones en ese aspecto.
Bruselas reitera que cualquier decisión sobre la reintroducción de controles fronterizos en el espacio del Tratado de Schengen debería ser el «último recurso» en casos muy excepcionales. Pero el mayor disgusto para la Comisión, es el hecho de que los Estados podrán decidir unilateralmente sobre esa reintroducción de controles en caso de flujos migratorios, con lo cual el ejecutivo comunitario no tendrá voz en el proceso.
La inmigración, el problema
Alemania veta, y vota, influida por un conflicto dentro de sus fronteras y es que, según datos del «Frankfurter Allgemeine», la cifra de inmigrantes búlgaros y rumanos se ha más que duplicado desde 2007, pasando de 64.000 registrados, a más de 140.000 en 2011, cifra que creció un 24% sólo en el primer semestre de 2012.
El temor del gobierno alemán es que las cifras se disparen si se eliminan los controles fronterizos, pues de ingresar en el espacio Schengen, rumanos y búlgaros tendrían derecho no sólo a circular libremente, si no a cobrar prestaciones sociales en Alemania. El ministro de interior germano ya ha anunciado que propondrá medidas para evitar que se abuse de estos derechos, por ejemplo, con la prohibición de nuevos ingresos en el país a todos aquellos que hayan sido devueltos en alguna ocasión a su tierra natal. «Abogaré en Bruselas por ello, no puede ser que de repente toda Europa se encamine a Alemania porque tiene prestaciones más altas», ha aclarado.
En ese sentido, las autoridades alemanas están preocupadas porque que la mayoría de los inmigrantes de Bulgaria y Rumanía que llegan al país son miembros de la etnia Roma, gitanos, que tampoco tendrían posibilidades de conseguir un buen trabajo en Alemania por su escasa preparación y su estado de salud. La Federación de Municipios de Alemania, más razonablemente, ha pedido que se afronte el problema a nivel europeo poniendo todos los esfuerzos en mejorar las condiciones de vida en los países de origen.
¿Qué es Schengen?
Los países que abrazan el acuerdo de Schengen constituyen un territorio denominado «espacio o zona Schengen» dentro del cual se permite suprimir los controles en las fronteras interiores y crear una única frontera exterior donde se efectúan los controles de entrada en todos los países suscritos al pacto.
Veintidós de los 27 países de la UE forman parte del acuerdo Schengen (excepto Reino Unido, Irlanda, Chipre, Rumania y Bulgaria), a los que se suman cuatro que no forman parte de la Unión: Noruega, Islandia, Liechtenstein y Suiza. Países de la UE como Reino Unido e Irlanda decidieron no firmar el acuerdo porque no deseaban suprimir los controles en sus fronteras.
Además de la libre circulación de personas, incluye medidas de coordinación y cooperación entre policía y autoridades judiciales para proteger la seguridad de los Estados y luchar contra las redes criminales y la delincuencia organizada.