No parece que la posible salida de Reino Unido de la Unión Europea se deba al berrinche de David Cameron en el último Consejo Europeo, cuando se explayó delante de la prensa amenazando con que se iba de la Unión si le obligaban a pagar los 2.100 millones de euros que le corresponden debido al mayor crecimiento de la economía británica.
Cameron quiere renegociar con la UE la adhesión de su país. Los comicios están próximos y quiere hacer gestos de firmeza ante los electores antes de que comiencen a votar por el ultraconservador UKIP.
Y los que van a pagar el pato son los inmigrantes. Próximamente va a pedir a la UE que establezca «cuotas de inmigración» y que adopte un sistema de puntos para inmigrantes no cualificados de la Unión.
Para Angela Merkel limitar la entrada de trabajadores de la UE al Reino Unido va en contra de la libre circulación, uno de los principios fundamentales de la Unión. Esa parece que ha sido la gota que ha colmado el vaso de Merkel que ha anunciado que Reino Unido está llegando a un «punto de no retorno».
Según una fuente anónima del gobierno alemán, «si Cameron persiste (en sus planes contra los inmigrantes), Angela Merkel, abandonará sus esfuerzos para mantener a Gran Bretaña en la UE.»