Descartes son los peces que se desechan y se devuelven al mar, en su mayoría muertos, porque son pequeños, porque son de difícil comercialización o por cualquier otra razón. La CE establece cuotas de pesca para las diferentes variedades y los pescadores dicen que no pueden controlar qué peces tienen en las redes.
Todas esas capturas no deseadas se tiran por la borda, 1,7 millones de toneladas al año de peces, unos muertos, otros heridos, todos comestibles. Un despilfarro para el que se debería encontrar una solución más práctica.
El sector pesquero y los países con flotas importantes, como España o Francia, explican los descartes como una consecuencia de la poca flexibilidad en los Totales Admisibles de Capturas (TAC) y a las cuotas que le corresponden a cada país.
El acuerdo al que han llegado los ministros de Pesca de los veintisiete después de veinte horas de reunión establece el acuerdo «de minimis», el porcentaje máximo de descartes permitidos, en el 9 por ciento, en lugar del 5 por ciento que planteaba la Comisión, que se aplicará a partir del 1 de enero de 2019.
A partir de ahí los descartes se irán reduciendo hasta el 8 por ciento en 2021 y hasta el 7 por ciento en 2023.
Para los países con grandes flotas se ha establecido una cierta flexibilidad para que puedan adaptarse. Cuando haya que desembarcar capturas de una especie de la que no se tenga cuota se podrá utilizar hasta un 10 por ciento de otra especie, y podrán transferir al año siguiente otro 10 por ciento de las cuotas que no hayan utilizado.
Por su parte la comisaria Maria Damanaki, ha dicho que habrá medidas de acompañamiento y «dinero suficiente» para poner en marcha los cambios necesarios, como adecuar el sistema de congelación de los barcos.
La eurodiputada Ulrike Rodust, ha dicho que el Parlamento europeo no aprobará esos porcentajes. Hace tres semanas que el pleno pidió que se eliminaran los descartes por completo.