Lo más sonado ha sido la declaración esta semana del líder del Partido Socialista (SP), Emile Roemer, que ha dicho que si por él fuera, Holanda pasaría de cualquier posible sanción de la Unión Europea por violar las normas de déficit público. «Habría que pasar sobre mi cadáver para que pagáramos una multa así» ha declarado a la prensa, y condenado lo que considera «una obsesión de Bruselas» por limitar los déficits presupuestarios de la eurozona.
El partido liberal del primer ministro saliente, Mark Rutte ha calificado los comentarios como «poco sensatos» y se ha apresurado a garantizar que Holanda cumplirá sus compromisos.
Mark Rutte ha estado de acuerdo con las tesis de Alemania y Finlandia de ajuste duro, y es uno de los grandes defensores del pacto fiscal que impedirá salirse del déficit marcado. Ha sido un discípulo tan aplicado a la hora de apretar el cinturón a su país que uno de sus socios parlamentarios, el partido para la Libertad (PVV), se negó a firmar un nuevo paquete de ajustes y rompió la coalición gubernamental. Aunque los recortes se aplicarán, salieron adelante con el apoyo de otras fuerzas políticas.
Las explosivas declaraciones de Roemer, que ha anunciado que si gana someterá a referéndum el pacto fiscal, han revuelto el panorama electoral. El líder del SP, que hasta ahora permanecía en un segundo o tercer plano ha pasado a encabezar los últimos sondeos electorales. En estos momentos serían los vencedores en las elecciones presidenciales del próximo 12 de septiembre, doblando con creces sus actuales 15 escaños en el Parlamento, que tiene 150 asientos.
Podría convertirse en el partido con más diputados, dandole la opción a Roemer de intentar formar gobierno.
Otros partidos comienzan a posicionarse. El partido laborista, a la izquierda de la socialdemocracia habla del fracaso de las políticas de austeridad. Y el derechista PVV, que lidera el polémico Geert Wilders, ha apartado a un lado su tradicional fobia islamista para centrarse en los electores que dicen no querer pagar la factura de países mediterráneos como Grecia. Incluso habla de instaurar una moneda propia de Holanda que se llamaría «Neuro», no de neurosis sino con N de «Nederland».
Holanda tiene una economía sólida y un paro bajísimo, pero lleva algunos años de un crecimiento muy débil y podría necesitar más ajustes para cumplir con sus objetivos de déficit.