Afganistán, el avispero de la Unión Europea

La muerte de dos guardias civiles en Afganistán, tiroteados por un soldado al que instruían, reabre el debate sobre la presencia europea en aquel país, donde la solidaridad obligada de la UE choca con el resurgimiento talibán, la desconfianza con el gobierno de Karzai y la opinión pública europea cada vez más en contra de enviar soldados.

Según fuentes independientes, 2000 militares extranjeros han muerto en Afganistán desde la ocupación del país en 2001, 93 españoles. La presencia europea en el país supone un gasto superior a los 1.000 millones de euros anuales.

Entrenamiento de policías afganos por militares de EUPOL

Dos guardias civiles se han sumado este miércoles a la lista de bajas extranjeras en Afganistán. Según la organización independiente icasualties, son más de 2.000 los muertos entre las tropas internacionales desde que comenzó el conflicto en 2001. Entre ellos, 93 militares españoles.

La fuerza internacional en Afganistán tiene 140.000 militares, las dos terceras partes de Estados Unidos. Entre los europeos, Alemania tiene destinados más de cuatro mil soldados. España, mil.

La misión de la UE

La Unión Europea puso en marcha en 2007 la misión EUPOL con el objetivo de establecer en Afganistán un cuerpo de policía de acuerdo a los estándares internaciones, mediante una labor de formación de los agentes del ministerio del Interior afgano. Desde julio de este año, está al frente de la misión el general Jukka Savolainen .

En abril de 2010, el Consejo valoró la actuación de EUPOL en la creación de las estructuras de la Policía Civil afgana y de la Policía anticrimen. Un mes después se prorrogó la misión hasta mayo de 2013. Formalmente, los 27 consideran que se han hecho grandes progresos.

Tras las últimas elecciones afganas en septiembre de 2009, la UE acordó un nuevo plan para el país, en el que se preveía una mayor ayuda económica, pero también se pedía al nuevo gobierno que asumiera sus responsabilidades para garantizar la seguridad del país. La UE y sus Estados aportan unos 1.000 millones de euros anuales a la reconstrucción de Afganistán.

Progresos insuficientes, víctimas y gastos

Pero junto a las declaraciones oficiales de solidaridad con el país, la desconfianza hacia el gobierno de Hamid Karzai va en aumento. Incapaz de hacer frente a la insurgencia talibán, la corrupción de la administración y a la pobreza de la población, Europa se encuentra ante una situación difícil. Obligada por sus principios de solidaridad, mantiene su compromiso con la reconstrucción del país, pero tiene en contra a las opiniones públicas de los 27. La contribución económica y la presencia de militares europeos no da resultados palpables, además de costar vidas humanas entre las fuerzas de la UE.

En ese tira y afloja, tras la conferencia internacional celebrada en julio, la jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, reafirmaba el compromiso de la UE con Afganistán, pero advertía de que «el desafío ahora se extiende a la autoridad del gobierno para desterrar la cultura de impunidad y corrupción que impide la gobernanza y el desarrollo del país. Por eso, el nuevo paquete de ayudas de la UE se centrará en reforzar la administración pública y en particular la reforma de la justicia complementando la labor de la UE con la policía afgana y ayudando a mejorar la fuerza de la ley en todos los niveles.»

Sin embargo, la presión de la UE no parece suficiente en algunos de los Estados de la UE. La presencia de tropas en Afganistán fue uno de los grandes asuntos polémicos en las últimas elecciones alemanas y en Holanda el asunto forzó la dimisión del gobierno y la convocatoria de nuevos comicios. La consecuencia fue la decisión de retirar a su ejército de la misión internacional, el primer país de la OTAN que lo hace.

Así las cosas, la fecha de 2013 como plazo para el fin de la misión parece improbable. Para muchos queda demasiado lejana, para muchos otros, la situación hará imposible la retirada y obligará a una nueva prórroga que nadie desea. euroXpress