El programa previsto para este día histórico en Italia se ha cumplido. La Cámara de Diputados aprobó el presupuesto de 2012 y el primer ministro, tal y como había anunciado, presentó su dimisión. En un comunicado del Palacio del Quirinale, sede de la presidencia de la república, Giorgio Napolitano agradece los servicios a Berlusconi y anuncia que este domingo empieza la ronda de consultas con las fuerzas políticas y sociales para encontrar a su sustituto como presidente del Consejo de Ministros.
El anuncio de dimisión de Berlusconi ha provocado una ola de júbilo entre sus opositores, que se han concentrado ante los edificios más emblemáticos de Roma para celebrar la marcha de Il Cavaliere con carteles en los que se daba las gracias al presidente Napolitano por su gestión de la crisis y se despedía a Berlusconi con un sarcástico Bye, bye.
El postberlusconismo es ahora una incógnita en Italia. Con toda probabilidad, el excomisario europeo Mario Monti será elegido para formar el nuevo gobierno. Con reservas, cuenta con el apoyo de la oposición y del partido mayoritario, el Popolo de la Libertá. Solo los socios de Berlusconi, la Liga Norte, se opone radicalmente y pide elecciones anticipadas.
Superar la grave situación económica es el primer objetivo del nuevo ejecutivo, que tendrá que ganarse la credibilidad de los mercados y de la Unión Europea con la aplicación de las reformas aprobadas, pero también superar el desgaste de la política italiana que Berlusconi llevó hasta lo más bajo. La sucesión de escándalos financieros, judiciales y sexuales protagonizados por el ya exprimer ministro han rebajado a Italia a una situación bochornosa en los medios internacionales y a una queja de indignidad en buena parte de la población.
Silvio Berlusconi, 75 años, uno de los hombres más ricos del mundo, deja el poder en Italia con una deuda pública que supera los 1,9 billones de euros y una deuda privada de rendir cuentas ante los tribunales por sus causas pendientes.