María del Rosario Cayetana Fitz-James Stuart y Silva, o Cayetana, como ella pedía que la llamaran, ha sido para muchos un personaje único e irrepetible, que no dejaba indiferente a nadie. Ella misma se definía como una aristócrata «incombustible y peleona», a la que poco importaba el hecho de acumular hasta 46 títulos nobiliarios.
Fue la primera y única hija de Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó, XVII duque de Alba y de María del Rosario Silva y Gurtubay, X marquesa de San Vicente del Barco. Nació tras los muros del Palacio de Liria, en pleno centro de Madrid, el 28 de marzo de 1926, y sus padrinos de bautismo fueron el rey Alfonso XIII y la reina Victoria Eugenia. Sin embargo, durante toda su vida evitó vivir en una jaula de oro; le gustaba pisar la calle.
Protagonista del papel cuché, desde muy joven Cayetana de Alba fue una mujer de mundo. Hablaba inglés, francés, alemán e italiano, y toda su vida ha estado muy vinculada al mundo de la cultura y el arte. Su familia tuvo que exiliarse en París durante la Segunda República, y el palacio de Liria se vio seriamente afectado por los bombardeos de la Guerra Civil. Sin embargo, el gran patrimonio cultural de la Casa de Alba, se mantuvo a salvo en los sótanos del Banco de España.
Este interés por el arte y su agitada agenda social le permitieron relacionarse con personalidades de la talla de Jackie Kennedy, Grace Kelly o Yves Saint Laurent. También tuvo oportunidad de frecuentar a su prima que años después sería coronada como Isabel II, durante los años en los que su padre ejerció como embajador de España en Londres.
Apasionada del arte, los toros y el flamenco, ha contado en alguna ocasión que el propio Picasso le pidió que posara para una nueva versión de La maja desnuda; una idea que finalmente no prosperó debido a la oposición de su primer marido. Una de sus mayores preocupaciones ha sido mantener el gran patrimonio cultural de la Casa de Alba, donde destacan obras de Tiziano, Ribera, Rubens, Zurbarán, Renoir, Chagall, Madrazo o Zuloaga. Sus esfuerzos se vieron recompensados en 2010 con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes.
Tres bodas
Ella misa se ha definido en más de una ocasión como una aristócrata «incombustible y peleona», que hizo lo que quiso, cuando quiso. El pasado 5 de octubre celebró el tercer aniversario de su boda con Alfonso Díez, el que fuera su penúltimo acto de rebeldía. «Si yo no me meto en la vida de nadie, que no se metan en la mía», dijo entonces. Sus hijos solo dieron el visto bueno al enlace después de que se solucionara el reparto de la herencia.
Alfonso Díez ha sido el tercer marido de la duquesa, que siempre quiso vivir según sus propias normas. Su primer esposo fue Luis Martínez de Irujo y Artacoz, hijo de los duques de Sotomayor y marqueses de la Casa de Irujo. La prensa de la época calificó la boda de «la más cara de la historia», ya que se calculó que ya en 1947 podría haber costado unos 20 millones de pesetas, unos 120.000 euros actuales. El que fuera también el padre de sus seis hijos (Carlos, el heredero de la Casa de Alba, Alfonso, Jacobo, Fernando, Cayetano y Eugenia), falleció víctima de la leucemia en 1972.
Seis años más tarde, Cayetana daba el sí quiero a Jesús Aguirre y Ortiz de Zárate, al que muchas veces ha descrito como el amor de su vida. El matrimonio fue toda una revolución en la época, dada la condición de ex jesuita del novio. La duquesa enviudaría por segunda vez en el año 2001.
Cayetana Fitz-James Stuart se convirtió, tras la muerte de su padre en 1953, en la XVIII duquesa de Alba y heredó el importante patrimonio familiar. 14 veces grande de España y propietaria de grandes extensiones de olivares, cortijos y haciendas, sus posesiones le han causado problemas en más de una ocasión con la administración, los agricultores y algunos sindicatos.
Su patrimonio también ha sido objeto de polémicas familiares en los últimos años. Antes de su último enlace, Cayetana dejó por escrito el reparto de sus bienes, sociedades, tierras y casas, cuyo valor podría oscilar entre los 600 y los 3.000 millones de euros. Fue un reparto desigual entre sus hijos y Alfonso Díez renunció prácticamente a todo.
Problemas de salud
Hace seis años una isquemia cerebral y una hidrocefalia hicieron temer por su vida, aunque Cayetana consiguió superar el bache. En los últimos meses, sin embargo, su debilitado estado de salud le había obligado a declinar cualquier invitación a actos sociales. Ni siquiera acudió en abril a la Semana Santa sevillana, una cita a la que nunca antes había faltado.
El pasado domingo, sus problemas de salud se agudizaban después de que una gastroenteritis se complicara con una arritmia cardíaca que terminó derivando en una infección pulmonar. Permaneció dos días ingresada en la UCI del hospital Quirón Sagrado Corazón de Sevilla, pero sus hijos decidían trasladarla el martes a su Casa de las Dueñas al ver que no respondía al tratamiento.
La capilla ardiente se abre al público este jueves en el salón de Colón del Ayuntamiento de Sevilla. Los restos mortales serán incinerados, y está previsto que se deposite parte de las ceniza en la iglesia del Cristo de los Gitanos. El resto se trasladará al panteón de la Casa Ducal de los Alba en la localidad madrileña de Loeches. A partir de ahora, serán sus dos hijos mayores, Carlos, heredero del ducado de Alba, y Alfonso, los encargados de gestionar y mantener el legado histórico y monumental de la Casa de Alba.