Después de poner la máquina del recorte a todo tren, Alemania ha relajado sus posturas durante la mayor parte de este año. El motivo: las elecciones generales, que han convertido a la «canciller teflón» (dicen que todo le resbala), en Merkel III. Tres veces ha ganado las elecciones, las primeras a los socialistas por poca diferencia, en las segundas consiguió una victoria aplastante y pactó con los liberales para relanzar la economía del control financiero y obligar a la mayoría de países endeudados a recortar todo lo recortable, y en las terceras ha vuelto a vencer por una amplia diferencia. Pero Merkel no ha vuelto a la palestra política europea hasta no alcanzar un acuerdo de gobierno con el SPD. Para evitar cualquier duda, los socialdemócratas han consultado a sus bases (474.000 afiliados) antes de firmar el acuerdo con la CDU. De todos los gobernantes europeos desde 2007, es la única que se ha mostrado inmune a la crisis económica y política que vive Europa. Hasta Jean-Claude Juncker, el ex primer ministro luxemburgués, ha tenido que dejar este año su cargo.
Al otro lado del Rin, la crisis económica ha comenzado a hacer mella, y ha arrastrado la popularidad de François Hollande, que ha vivido un auténtico «annus horribilis». Enfrascado en dos guerras en África, Malí y la República Centroafricana, no ha conseguido apagar ni los fuegos de sus antiguas excolonias, ni el de su propio gobierno, ni el de su país. En noviembre el 76 % de los ciudadanos no confiaban en él. En el gabinete le crecían los ministros díscolos, como el de Reconstrucción productiva, Arnaud Montebourg, o el de Interior, Manuel Valls. Su ministro de presupuestos, Jérôme Cahuzac, tuvo que dimitir por presunto fraude al fisco. Consiguió sacar adelante una de sus grandes apuestas electorales, la ley sobre matrimonios gays, pero fue a costa de un gran desgaste social y político. Atacado por la iglesia y los grupos más conservadores, ve como la ultraderecha continúa un ascenso imparable. Y la derecha permanece desaparecida desde la caída del «emperador» Nicolás Sarkozy, que quizá sigue estudiando la posibilidad de volver a primera línea de la política.
Pasando el canal de la Mancha, tampoco las cosas van mejor para el conservador David Cameron. Este año ha comprobado como a pesar de los grandes lazos que les unen (incluidos los de las escuchas telefónicas, con intercambio de informaciones entre la NSA y el GCHQ), su gran aliado del otro lado del Atlántico se aleja más de él y fija sus intereses en el Pacífico. Cameron se ha movido entre las presiones de su partido para que convoque un referéndum sobre la salida del Reino Unido de la Unión Europea (ha puesto fecha para 2015 si vuelve a ganar las elecciones) y las presiones de los escoceses, que también quieren otro referéndum, el de la independencia. Éste con fecha definitiva: el 18 de septiembre.
También se ha hablado de referéndum en España. Cataluña ha centrado ese debate a lo largo del año y ha lanzado un reto al gobierno de Madrid: convocará una consulta popular el 14 de noviembre de 2014. 300 años después de la derrota del 11 de Septiembre de 1714. Aún así la palabra clave este año en España ha sido: corrupción. El gobierno del PP de Mariano Rajoy, se ha mantenido estático, viendo como le salpicaban los casos de corrupción de todo tipo, desde Bárcenas a Fabra pasando por varios municipios españoles, en los que hay implicados políticos de ese partido. Tampoco está exento de corrupción el partido de la oposición, el PSOE, con el caso de los ERE en Andalucía que también salpica a uno de los principales sindicatos de clase: UGT. Las polémicas leyes de educación, de control ciudadano contra los manifestantes o la controvertida ley del aborto, han vuelto a sacar a las calles a los colectivos más afectados.
Corrupción también en Italia, donde una vez más, quizá sea la última, el nombre de Silvio Berlusconi ha vuelto a centrar la vida política del país transalpino. 2013 será recordado como el año de su caída. Condenado, sin inmunidad y expulsado del parlamento; así acabó la carrera de 20 años de poder político del que ha sido líder indiscutible de la derecha italiana. El 27 de noviembre el Senado lo expulsó tras ser condenado a cuatro años de cárcel por fraude fiscal. Ahora solo queda saber si la caída de Il Cavaliere servirá para transformar la vida política del país mediterráneo.
En Bruselas, la Comisión Barroso hace tiempo que ha dejado de funcionar como un gobierno comunitario. El presidente de la CE ha pasado este año sin pena ni gloria, sabiendo ya que este es su último año, mientras sus comisarios buscan acomodo en sus países, en instituciones internacionales.... o en empresas privadas. Y el presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy tampoco ha sabido llenar ese relativo «vacío» de poder. El único político paneuropeo que se ha dejado ver y oír, más de lo que estamos acostumbrados, ha sido el presidente del Parlamento, Martin Schulz, que ya hace tiempo inició su campaña electoral para el año que viene.
Así que este 2013 nos deja la sensación de haber sido un año perdido, uno más; con todos los políticos pensando en sus respectivas convocatorias electorales de 2014. La UE aparece más estancada que nunca.