Desde hace algunos años, se aprecian cambios considerables en torno a este tema. En octubre de 2014, más del 80 por ciento de los estados miembros de las Naciones Unidas apoyó una declaración conjunta sobre las consecuencias humanitarias de las armas nucleares, manifestando su voluntad de que jamás sean utilizadas, sean cuales fueren las circunstancias.
Dos meses después, Estados Unidos y el Reino Unido asistieron a la III Conferencia sobre el Impacto Humanitario de las Armas Nucleares efectuada en Viena, Austria, y reconocieron la existencia de los complejos debates asociados a estos armamentos; esta conferencia contó por primera vez con la participación de países poseedores de armas nucleares.
Para salir del estancamiento, tenemos que volver a centrarnos en el hecho de que las armas nucleares son inhumanas en esencia, en toda su amplitud. Si queremos asegurarnos de que ningún otro país ni pueblo sufra más daños irreparables causados por las armas nucleares, tenemos que formular medidas que partan de ese punto.
Para ello, deseo proponer dos iniciativas específicas:
La primera es el desarrollo de un nuevo marco institucional basado en el TNP que incluya el establecimiento de una comisión de desarme nuclear. Pido a los jefes de gobierno que participen, en la mayor cantidad posible, en la Conferencia de Examen del TNP de 2015, especialmente, en los foros en los que se expongan los resultados de las conferencias internacionales sobre el impacto humanitario de las armas nucleares.
En el mismo marco, solicito a los líderes gubernamentales y a las delegaciones nacionales participantes, que expongan sus respectivos planes de acción para prevenir «las catastróficas consecuencias humanitarias de la utilización de las armas nucleares», que preocupan tanto a todas las partes del TNP, tal como lo expresaron unánimemente en la Conferencia de Examen de 2010.
Asimismo, para reafirmar el «compromiso inequívoco de los Estados poseedores de armas nucleares de que eliminarán totalmente sus arsenales nucleares con miras a lograr el desarme nuclear», tal como quedó manifestado en la Conferencia de Examen de 2000, sugiero el establecimiento de una Comisión de Desarme del TNP, como órgano subsidiario, para que se encargue de asegurar el rápido y efectivo cumplimiento de dicha promesa.
La segunda iniciativa que propongo está vinculada al establecimiento de una plataforma de negociación que facilite la adopción de un instrumento legal que proscriba las armas nucleares. La plataforma tendría en cuenta los resultados de la Conferencia de Examen de 2015.
Por ejemplo, la conferencia internacional de alto nivel sobre el desarme nuclear convocada a través de la resolución de la Asamblea General de 2013, prevista para efectuarse a más tardar en 2018, podría realizarse en 2016 para iniciar el anteproyecto de un nuevo tratado.
Espero sinceramente que Japón trabaje con las demás naciones y la sociedad civil para acelerar la eliminación de los armamentos nucleares del orbe entero.
Este año, Hiroshima será la sede de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Asuntos de Desarme, en agosto, y del Foro Mundial de Víctimas de las Armas Nucleares, en noviembre; mientras que Nagasaki acogerá la conferencia anual Pugwash, igualmente en noviembre.
Paralelamente, una Cumbre Mundial de Jóvenes por la Abolición de las Armas Nucleares, organizada por la Soka Gakkai Internacional (SGI) y otras agrupaciones, se efectuará también en Hiroshima, a finales de agosto. Espero que en dicha cumbre se adopte una declaración que refleje el compromiso de los jóvenes a dar fin a la era de las armas nucleares y que fortalezca su solidaridad con miras a la adopción de un tratado de proscripción.
En la conferencia de Viena, de diciembre de 2014, el gobierno austríaco dio su voto a cooperar con todas las entidades conexas para lograr la meta de un mundo libre de armas nucleares.
El año pasado, la SGI y organizaciones de diversos credos efectuaron unos paneles interreligiosos en Washington y Viena. Tras los eventos, las agrupaciones participantes firmaron declaraciones conjuntas comprometiéndose a trabajar mancomunadamente por la erradicación de las armas nucleares del planeta.
El futuro depende del grado de compromiso de los que vivimos ahora. La clave para acabar con la historia de las armas nucleares está en que todos actuemos juntos –países, organizaciones internacionales y sociedad civil—, y que todos confederemos firmemente nuestros esfuerzos por el objetivo compartido de consolidar un mundo sin armas nucleares.