Los trabajadores de los países que se unieron a la UE en 2004 tienen desde este 1 de mayo abierto completamente el acceso al mercado laboral europeo. Siete años después, terminan las restricciones temporales que se impusieron a la libre circulación de trabajadores para evitar una inmigración masiva, que nunca se produjo.
En los tratados de adhesión firmados en 2003 se preveía la posibilidad de que los 15 Estados que entonces formaban parte de la UE limitaran el acceso de trabajadores de los nuevos Estados a sus respectivos mercados laborales, para aliviar el posible impacto de un éxodo masivo de trabajadores en busca de mejores salarios y condiciones laborales. Se habló entonces del fontanero polaco, como caricatura del profesional bien cualificado del Este que supuestamente iba a invadir el mercado de trabajo europeo y a hacer competencia a los empleados nacionales.
Las restricciones afectaron a ocho de los diez nuevos Estados miembros: República Checa, Estonia, Letonia, Lituania, Hungría, Polonia, Eslovenia y Eslovaquia. Excepto Irlanda, Reino Unido (parcialmente) y Suecia, el resto de socios comunitarios han aplicado medidas restrictivas para los trabajadores de esos países, aunque las han ido levantando paulatinamente. A su vez, tres de los nuevos Estados miembros, Hungría, Polonia y Eslovenia, aplicaron medidas recíprocas. En la actualidad solo Alemania y Austria, los países más próximos al bloque de la ampliación de 2004, mantenían la medida.
Al final del periodo transitorio, la Comisión Europea concluye que los temores levantados en su momento fueron exagerados. Ya en anteriores informes realizados en 2006 y 2008 se vio que el flujo de inmigrantes no era ni mucho menos masivo y que la movilidad de trabajadores del Este estaba teniendo un impacto positivo en la economía.
Según las cifras de Bruselas, el número de trabajadores de los nuevos Estados miembros a los antiguos pasó de 1 millón en 2004 a 2,3 millones en 2010, sobre una población de 19 millones de extranjeros residentes en la UE-15. La conclusión es que estos trabajadores han realizado una contribución significativa al crecimiento económico sostenible de la Unión.
El comisario europeo de Empleo, Laszlo Andor, ha dicho que«la eliminación de los últimos obstáculos para los trabajadores de la UE-8 supone una gran oportunidad individual, pero también para la UE en su conjunto».
Las previsiones de la Comisión no indican grandes cambios para un futuro próximo. Se espera que el movimiento de personas de la UE-8 a la UE-15 se incremente hasta los 3,3 millones en 2015 y hasta los 3,9 millones en 2020. Tampoco se esperan grandes flujos de inmigración hacia Alemania y Austria, países donde el índice de paro es bajo y donde hay mayor oferta de empleo.
Ahora, las limitaciones a la movilidad quedarán solo para trabajadores búlgaros y rumanos, cuyos países se incorporaron a la UE en 2007. Ya tienen acceso al mercado laboral de 15 Estados, entre ellos España, pero los diez restantes (Austria, Alemania, Bélgica, Irlanda, Francia, Italia, Luxemburgo, Holanda, Reino Unido y Malta) podrán seguir aplicando restricciones hasta finales de 2013.