Son exactamente 20,2 millones los nacionales de terceros países presentes en la UE con papeles, lo que representa el 4% de la población total, según el informe sobre las migraciones en 2011 presentado por la Comisión Europea. No hay datos fiables sobre la inmigración ilegal. Según Bruselas, el año pasado se denegó la entrada en la UE a alrededor de 343.000 personas, un13 % menos que en 2010. También en 2011, bajó ligeramente el número de detenidos, ue fueron 468.500 y los Estados miembros expulsaron en torno a 190.000 nacionales de terceros países (un 15 % menos que en 2010). Aumentó, sin embargo, el número de solicitudes de asilo, que llegó a 302.000, un 16% en comparación con el año anterior, pero muy por debajo de las solicitudes recibidas hace una década.
Más datos, aunque referidos a 2010 cuando la crisis económica ya afectaba al mundo laboral. Entonces la tasa media de empleo de los nacionales de terceros países entre 20 y 64 años fue del 58,5%. Los visados Schengen que se expidieron en 2011 fueron 12,7 millones, la gran mayoría en Rusia, seguida de Ucrania, China y Turquía.
De esta lluvia de cifras, la Comisión Europea saca unas conclusiones que resumió la comisaria de Interior, Cecilia Malmström: «La Unión Europea necesita una política de migración sólida y coherente, que responda tanto a corto como a largo plazo a las necesidades. Precisamos una gestión eficaz de nuestras fronteras exteriores, con el fin de garantizar la libre circulación dentro de la UE, de aportar una auténtica protección a quienes la necesiten y, al mismo tiempo, de brindar canales para la migración legal y la movilidad».
¿Y qué piensan los ciudadanos europeos de todo esto?
Pues, según una encuesta de Eurobarómetro, hay división de opiniones. Mientras un 42% de los encuestados cree que la UE debería promover la inmigración laboral desde países no pertenecientes a la UE para ayudar a abordar los retos demográficos y la escasez de mano de obra, un 46 % discrepa.
El 68 % de los encuestados considera que los inmigrantes legales deben tener los mismos derechos que los ciudadanos nacionales. Sin embargo, son mayoría los que piensan que los inmigrantes pueden tener dificultades de integración, a causa de la inmigración, y la mitad de los europeos cree que la inmigración enriquece a los países de la UE económica y culturalmente.
El informe sobre inmigración y asilo de 2011 recomienda superar la retórica anti-inmigración, que amplifica las desventajas y olvida la contribución positiva de la migración a Europa para crecer y prosperar. Propone actuaciones en un doble sentido de concienciar a la población europea sobre esa idea y, a la vez, a los inmigrantes de la necesidad de adaptarse a las sociedades en las que viven.
Infundir confianza es esencial, dicen los expertos de la Comisión Europea. Por tanto, hay que evitar que se implante el concepto de «Europa fortaleza», sin renunciar a tener unas fronteras seguras con vías legales de entrada de extranjeros. La UE no puede vivir aislada. Por eso, se necesita una mayor implicación de asociaciones de migrantes, empresarios y sindicatos para establecer una política que responda a las necesidades europeas y también ofrezca seguridad a quienes necesitan protección.
En consecuencia, Bruselas plantea a los Estados actuar en diferentes frentes: garantizar que las oportunidades de migración legal y movilidad respondan a las necesidades de la UE, trabajar en la integración efectiva, responder a las presiones migratorias aplicando las medidas existentes para reducir la migración irregular mediante la cooperación con países terceros y lograr un sistema europeo común de asilo en 2012.
Para conseguirlo, la UE es consciente de los problemas de financiación de los Estados y afirma, un tanto abstracta, que «el apoyo de la UE a través de la ayuda financiera en materia de migración y movilidad sigue siendo un aspecto importante de solidaridad en el interior de la UE y de la cooperación con los países no pertenecientes a la Unión».