«La agricultura valenciana, volcada en los mercados y en la exportación, es una de las más castigadas por el cierre de Rusia», asegura el presidente de AVA-ASAJA, Cristóbal Aguado. «Las pérdidas directas e indirectas sobre el conjunto del sector agropecuario resultan aún más importantes de lo que en principio ya imaginábamos porque las distorsiones comerciales han terminado salpicando a toda Europa y a prácticamente todos los cultivos valencianos a lo largo del año».
Los cítricos, con 34 millones de pérdidas en la última campaña a raíz del veto, constituyen la producción valenciana más damnificada. Los problemas de comercialización se agudizaron desde mediados de noviembre, coincidiendo con el solapamiento de las variedades mayoritarias en los mercados comunitarios, hasta bien entrado el mes de abril. Las cotizaciones que percibieron los citricultores resultaron un 4% inferiores a la temporada anterior, que ya fue una de las peores de la historia.
Los efectos del embargo moscovita, en respuesta a las sanciones de la UE, también se han dejado notar en el caqui, una fruta que en los últimos tiempos mantenía una rentabilidad sólida pero que en la pasada campaña sufrió un descenso de hasta el 15% de los precios en el campo. El ruso era un mercado cada vez más valioso para el caqui porque adquiría tamaños más pequeños que el centro y norte de Europa. Las pérdidas en este cultivo ascienden a 15 millones, si bien cabe añadir el impacto psicológico que supone romper una tendencia positiva en un cultivo en clara expansión tanto en términos de producción como de consumo y comercialización.
De igual modo, la gran mayoría de las frutas de hueso y las hortalizas producidas en el campo valenciano han encontrado saturaciones puntuales de oferta en los mercados mayoristas europeos ante la prohibición rusa. Los precios de melocotones, nectarinas y paraguayos españoles se desplomaron más de un 50% nada más conocerse las primeras cancelaciones a Rusia. Y actualmente la caída de cotizaciones en algunas frutas y hortalizas valencianas alcanza el 25% en comparación con el periodo anterior a la crisis. Según AVA-ASAJA, las pérdidas ascienden a 11 millones en frutas de hueso y 2 millones en hortalizas.
La ganadería valenciana tampoco ha escapado a la incidencia negativa de esta coyuntura internacional. El porcino es la cabaña más afectada ya que el exceso de oferta de carne de cerdo que existe en Europa al no poder exportar a Rusia no sólo está provocando el hundimiento de los precios por debajo de los costes de producción sino que además está desatando inaceptables ataques protagonizados por ganaderos franceses contra camiones que transportan tanto porcino español como de otras procedencias. Las pérdidas globales en el sector ganadero valenciano superan los 8 millones de euros.
Según Cristóbal Aguado, «la Comisión Europea no ha sabido estar a la altura de las circunstancias. Ni es capaz de solucionar por la vía diplomática un conflicto de raíces políticas, ni está dando a los agricultores y ganaderos europeos unas medidas compensatorias suficientes para paliar los perjuicios económicos directos e indirectos que sufren a causa del veto ruso. Y para rematar la cosa, resulta totalmente arbitrario que Bruselas discrimine en estas ayudas a productos tan sensibles y castigados como el caqui, el melón, la sandía, la berenjena o la lechuga».