El presidente estadounidense Barack Obama ponía esta semana a Polonia como ejemplo de transición política en la Europa del Este. Dijo que debía ser de modelo para la nueva Ucrania y otros países más o menos dictatoriales. Se cumplen 25 años de las primeras elecciones semilibres en ese país. En ese tiempo ha pasado del comunismo al libre mercado, y empieza a jugar un papel importante entre los países del Este de la UE. Su participación en la crisis ucraniana y la aspiración del gobierno a que un polaco sustituya a Ashton en la política exterior común, muestran su interés en tener un papel más activo en la esfera internacional.
Hace 25 años, en la plaza de Tiannamen, en la China comunista, el gobierno acababa sangrientamente un inicio de revolución popular. Ese mismo día, en la Polonia gobernada por un general comunista, se celebraban elecciones democráticas. Un cuarto de siglo después China es una potencia mundial, sin respeto a los derechos humanos, y Polonia está en la UE, es libre, próspera y democrática.
A pesar de las desigualdades sociales y empujado por la llegada de fondos estructurales de la UE, el Producto Interior Bruto polaco se ha triplicado, aunque sigue manteniéndose un 40% por debajo de la media de los países más ricos del bloque europeo. Con el dinero procedente de los fondos se están modernizando infraestructuras, desarrollando industrias y creando una economía más competitiva. En estos momentos el país se ha convertido en una referencia de la economía de mercado con tasas de crecimiento superiores al 15% entre 2008 y 2012, al contrario de lo que ha ocurrido en la zona euro. El Banco Mundial, habla de «milagro económico y de los mejores 20 años del último milenio de la historia polaca».
Lech Walesa, uno de los líderes de la lucha contra el comunismo, expresidente del país y Premio Nobel de la paz, lanzaba hace unos días un toque de atención sobre este desarrollo económico, señalando que la lucha de Solidaridad no había sido para conquistar un modelo capitalista sin valores, como el que florece ahora en Polonia. El hombre contra el que luchó Walesa y los sindicalistas de los puertos polacos, el general Wojciech Jaruzelski, moría hace unos días. Una paradoja que sirve para recordar que algunas cicatrices del pasado continúan presentes. El Instituto de la Memoria Nacional, sigue investigando crímenes producidos por los nazis y los comunistas y que todavía no han acabado de esclarecerse.
En 1989 Polonia celebraba las primeras elecciones parcialmente libres, en 1999 ingresaba en la OTAN y en 2004 pasaba a ser miembro de la UE. La crisis de Ucrania ha servido a los polacos para recordar que Rusia sigue siendo su tradicional «bestia negra», a la que ha intentado «arrebatar» Ucrania, demostrando las dificultades que tiene para negociar con su gran vecino del Este, al que intenta frenar refugiándose en Estados Unidos y solicitando más fuerzas militares de la OTAN en su territorio.
Polonia juega un papel clave en las tensiones entre el este y el oeste de Europa. Un difícil equilibrio para un gobierno que todavía no puede negociar de tú a tú con Rusia y que se desmarca claramente, y por necesidad hacia occidente. El país que fue sede del Pacto de Varsovia, tiene previsto establecer en 2018 misiles de interceptación estadounidense, bajo el auspicio de la OTAN. No solo eso, sino que intenta no depender energéticamente de Rusia, como ocurre actualmente y ya negocia con Washington la compra de gas licuado procedente de Estados Unidos. De hecho aspira a que su comisario en la futurua CE se encargue de temas energéticos.
En 2005, el general Jaruzelski explicaba a la agencia France Press que estaba orgulloso de haber facilitado el paso del totalitarismo a la democracia en su país. «Aunque suene paradójico que esto suene en mi boca, estoy contento de ver a Polonia dentro de la OTAN, eso garantiza nuestra seguridad, y dentro de la Unión Europea, que es una gran oportunidad de desarrollo». Murió sin que nunca se le haya podido juzgar por los delitos cometidos durante su gobierno militar. Sin haber resuelto sus problemas del pasado, Polonia mira con optimismo sobre su futuro.