La decisión es unánime, según ha declarado la magistrada principal Wenche Elizabeth Arntzen. El Tribunal de Oslo no ha tenido en cuenta la petición de la fiscalía para declarar a Breivik mentalmente incapaz y le ha condenado a la pena máxima por homicidio y terrorismo, como pedían las familias y el propio acusado, que había dicho que enviarle a un psiquiátrico sería un menosprecio para sus ideas xenófobas y que recurriría la sentencia solo en ese caso. Diferentes expertos médicos han dado versiones contradictorias en el juicio sobre el estado mental del ultraderechista.
Breivik pasará en la cárcel un mínimo de diez años «bajo custodia», una fórmula de la justicia noruega por la que se revisa la situación del reo cada cinco años y que puede llegar a ser una cadena perpetúa. Cumplirá su condena en el penal de Ila, donde se considera que puede garantizarse un alto nivel de seguridad.
El ahora condenado ha reivindicado la autoría de los hechos desde el principio, justificados por él a causa de la «islamización» de Noruega, que ponía en peligro las raíces del país. En julio de 2011 colocó un oche bomba en el distrito gubernamental de Oslo, donde murieron ocho personas. Después se dirigió a la isla de Utoya, donde se celebraba una reunión de jóvenes del Partido Laborista y disparó indiscriminadamente hasta asesinar a otras 69 personas. Este viernes, Breivik ha acogido con una leve sonrisa la lectura de su condena.