El antiguo presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Barroso, ya lo advirtió: hay que reducir la dependencia energética de países «de poca confianza». La mayor parte de Europa depende de Rusia y de las conexiones que pasan por Ucrania, pero el conflicto en la zona ha presionado a la UE a mirar otras alternativas. La más deseable siempre ha sido el llamado 'Corredor Sur', un gasoducto transnacional que pretendía pasar por Bulgaria. Sin embargo, Rusia decidió echar marcha atrás y el gasoducto, que hubiera empezado a funcionar a partir de diciembre de 2015, se ha quedado en nada.
El gobierno de Sofía siempre ha sido un entusiasta del Corredor Sur, no sólo por lo que significaba para el país, también para su propia subsistencia energética. El primer ministro búlgaro, Boyko Borissov, llegó a Bruselas la semana pasada para abordar la situación, allí se reunió con el vicepresidente Maros Sefcovic y con Miguel Arias Cañete, comisario del ramo. Borissov propuso convertir a Bulgaria en un «centro de distribución de gas para los Estados miembros de la región», a través de varios conductos, por el momento, los detalles de cómo funcionará aún deben esperar. De ocurrir, también se convertiría en una buena noticia para los Balcanes, que al igual que España y Portugal padecen el llamado «aislamiento energético».
Por su parte, la UE también mira a España con entusiasmo. El país es uno de los pocos que recibe gas desde Argelia, por lo que no depende de las relaciones con Rusia. Por ello, Bruselas quiere impulsar las interconexiones energéticas de la Península, que ayudarán al resto del continente. El Ejecutivo comunitario considera de «importancia estratégica» los proyectos del MidCat, que llevaría gas desde Argelia pasando por Cataluña. El Ejecutivo comunitario ya tiene identificados tres proyectos de interconexiones más, que se encuentran en diferentes fases de desarrollo: el transpirenaico que uniría la Península con Francia, además de la de Navarra-Burdeos, un cable submarino que conectaría la zona de Aquitania y la Bahía de Vizcaya, de un valor de 1.900 millones de euros.
Fuentes españolas aseguran que el proyecto de las interconexiones es «un ejemplo de libro» y casa perfectamente con las aspiraciones del Plan de Inversiones Estratégicas (conocido como Plan Juncker), es decir: un proyecto viable y de servicio público. En este sentido, los presidentes español Mariano Rajoy, francés François Hollande y portugués Passos Coelho, se reunieron en la pasada Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de diciembre de forma bilateral para abordar la cuestión, y coincidieron en la necesidad de que las interconexiones entre la Península y Francia se materialicen. En el encuentro, participó también el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, que fue como el espaldarazo definitivo del Ejecutivo. Los mandatarios español, portugués y francés tienen previsto celebrar una Cumbre en febrero en Madrid para abordar el proyecto y poder presentarlo en la reunión de marzo de los Veintiocho.