Y advirtió "Debemos luchar contra el militarismo que engendra la búsqueda de esas armas".
A partir de abril, una serie de reuniones convertirán a 2015 en un año decisivo para el éxito o el fracaso del desarme nuclear. Una de las más importantes será la conferencia quinquenal de examen del Tratado de No Proliferación sobre las Armas Nucleares (TNP), programada para abril y mayo.
Casi al mismo tiempo habrá una conferencia internacional de la sociedad civil sobre la paz, la justicia y el medio ambiente, el 24 y 25 de abril, en Nueva York, una manifestación internacional y una marcha pacifista hacia la sede de la ONU, el 26 de abril, junto con protestas no violentas en las capitales de todo el mundo.
En 2015 también se conmemora el 70 aniversario de los bombardeos atómicos de las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, por Estados Unidos. Y también se cumplirán 45 años desde que las primeras cinco potencias nucleares, China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia (P-5), acordaron en el artículo VI del TNP emprender negociaciones de buena fe para la eliminación de sus arsenales nucleares.
Además, es posible que la conferencia internacional sobre una zona libre de armas nucleares en Oriente Medio, acordada en la conferencia de examen de 2010, se lleve a cabo en 2015, después de numerosos aplazamientos.
El Grupo Internacional de Planificación para la Movilización de la Revisión 2015 del TNP, una red de organizaciones no gubernamentales internacionales que tendrá un papel preponderante en las reuniones venideras, presentará una petición, con millones de firmas, a favor de la abolición de las armas nucleares.
En caso de que la conferencia de examen de 2015 no decida el inicio de las negociaciones de abolición, «el tratado mismo podría fracasar, acelerar la proliferación de las armas nucleares y aumentar la probabilidad de una guerra nuclear catastrófica», advierte la red.
«¿Qué se supone que debemos hacer? ¿Dejar que los realistas chiflados nos lleven al infierno? No lo creo», afirma Joseph Gerson, coordinador de la red internacional, al preguntarle si se lograría algún avance frente a la intransigencia de las potencias nucleares. La perspectiva del examen del TNP no es optimista, advierte Gerson. «Pero... tengo esperanza al saber que nuestros movimientos de la sociedad civil no están solos en la lucha por la abolición», añade.
En la última conferencia de examen del TNP, en 2010, se reafirmó «el compromiso inequívoco de los Estados poseedores de armas nucleares de alcanzar la eliminación total de sus arsenales... con miras al desarme nuclear», agrega la red internacional.
Cinco años después, con otra conferencia en el horizonte, los arsenales «capaces de destruir civilizaciones enteras» persisten, e incluso se detuvo el escaso avance logrado hacia el desarme.
Hay más de 16.000 armas nucleares en el planeta, 10.000 en servicio y 1.800 en estado de alerta, según la red. «Todos los estados con armas nucleares están modernizando sus arsenales, manifestando la intención de mantenerlos en las próximas décadas», señala.
Y añade que los países con armas nucleares gastan más de 100.000 millones de dólares al año en ellas, añade. El gasto en armas de alta tecnología profundiza la dependencia de algunos gobiernos en sus arsenales nucleares y fomenta la creciente brecha entre ricos y pobres.
En 2013 el gasto militar ascendió a 1,75 billones de dólares, más que los ingresos totales anuales de la tercera parte más pobre de la población mundial.
Jackie Cabasso, de la Fundación Legal de los Estados Occidentales y otra de las organizadoras de la red internacional, dijo que las potencias nucleares se «niegan a cumplir con su obligación legal y moral de iniciar las negociaciones para prohibir y eliminar por completo sus arsenales nucleares».
«Como hemos visto en la Reunión de Alto Nivel de las Naciones Unidas para el Desarme y en las conferencias de Oslo y Nayarit sobre las consecuencias humanas de las armas nucleares, la inmensa mayoría de los gobiernos del mundo exigen la aplicación del TNP», asegura.
«Estamos trabajando con organizaciones asociadas en Estados Unidos y otros países para movilizar acciones internacionales con el fin de generar presión popular e influir en la conferencia de examen de 2015», indica Cabasso.
La movilización destacará las conexiones inextricables entre la preparación para la guerra nuclear, las repercusiones ambientales de la misma y del ciclo del combustible nuclear, y el gasto militar en detrimento de las necesidades humanas esenciales, agrega.
Gerson nos dice: «A lo largo de mi vida... he visto... la superación del sistema de segregación racial en Estados Unidos, el fin de la guerra de Vietnam y el fin del sistema del apartheid sudafricano, hechos que antes de convertirse en historia a veces parecían casi insuperables».
En cada uno de estos casos, «acontecimientos inesperados y la poderosa voluntad humana provocaron el cambio para el cual nos habíamos sacrificado y luchado», destaca Gerson, miembro de la junta directiva de la Oficina Internacional de la Paz y de la red No a la Guerra/No a la OTAN.
La realidad es que todos los Estados poseedores de armas nucleares están modernizando sus arsenales y existe colaboración entre los miembros del P5 para resistirse a las peticiones de la mayoría de los demás países para que cumplan con el artículo VI del TNP, añade.
Lo que está sucediendo con la expansión de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) y la Unión Europea y las respuestas de Rusia, y Asia oriental recuerda a la Europa de los años previos a la Primera Guerra Mundial (1914-1918), con su amenaza de guerra catastrófica y aniquilación, advierteó Gerson.
«Sé que la ley de las consecuencias imprevistas significa que nunca podremos saber en realidad cuáles serán las consecuencias de nuestras acciones. Pero confío en que nuestra movilización... dará aliento a numerosos diplomáticos y actores gubernamentales que son nuestros potenciales aliados», subraya.