Discurso de José Manuel Durao Barroso en Estrasburgo
Hace cien años, en la primavera de 1914, una Europa culta, próspera y poderosa, que había establecido entre sus países unos estrechos vínculos económicos, vivía un periodo de paz excepcional. Una guerra parecía inimaginable. Aun así, un atentado terrorista provocó la autodestrucción del Continente y la división de unos pueblos que tenían muchas cosas en común.
A nivel nacional esta guerra se puede calificar como una victoria o una derrota. Ciertamente, hubo grandes ejemplos de heroísmo, que no podemos olvidar y debemos respetar. Pero desde un punto de vista europeo y, especialmente, desde el punto de vista de millones de víctimas sólo se puede describir esta guerra como una guerra civil europea. De la misma manera que en nuestros países hemos conocido las guerras fratricidas, creo que se podría decir que la Gran Guerra fue la Primera Gran Guerra Civil Europea.
De este período se pueden extraer tres lecciones principales:
En primer lugar, la salvaguarda de la paz continúa siendo una de las principales razones de ser de la Unión Europea. No debemos olvidar que esta guerra fue provocada por los nacionalismos y que actualmente la UE constituye precisamente un paraguas contra la lógica perversa del nacionalismo, aunque mantengamos y fortalezcamos la identidad nacional de nuestros países. En la época de la globalización nuestra seguridad es indivisible.
Sólo hay un mundo que comparten el mismo planeta, un universo en el que los balances dependen de un modelo ganador que debe prevalecer sobre la lógica del juego de suma cero. Para Europa, apoyar a las personas que aspiran a la paz, la democracia y la libertad y defienden un reparto más justo de los recursos distribuidos desigualmente en el mundo, no es sólo una cuestión de respeto a sus valores, sino también una cuestión de inteligencia estratégica.
Y para Europa sigue siendo el garante último de su seguridad, debemos desarrollar políticas más europeas en ámbitos clave como la energía, la inmigración y la defensa. Los europeos deben trabajar juntos para continuar fortaleciendo su influencia en este mundo. Porque debemos ser influyentes para defender nuestros valores e intereses.
La segunda lección es el respeto al Derecho internacional y al Estado de Derecho. La Gran Guerra fue el fracaso de los mecanismos diplomáticos que se habían quedado detenidos en el tiempo.
Para hacer frente a esas incertidumbres, y para tener otra forma de encontrar soluciones pacíficas a los conflictos de intereses entre los países de Europa, después de la Segunda Guerra Mundial se crearon unas instituciones europeas fuertes, independientes, que son los garantes del estado de derecho y de la legislación europea. Transforman los diversos intereses nacionales en intereses europeos con mayor valor añadido.
En la era de la globalización y de la interdependencia necesitamos más que nunca no sólo una colaboración más intensa entre los países europeos, sino también entre unas instituciones comunes, que hay que fortalecer todavía más para adaptarlas a un mundo que no cesa de cambiar. Eso es precisamente lo que estamos haciendo con la creación de una auténtica unión económica y monetaria. No debemos esperar a que explote otra crisis para plantearnos con franqueza la cuestión de fondo: la unión política.
No sólo por la fuerza de la unión económica y monetaria depende de la credibilidad de la estructura política e institucional en que se apoya sino también porque nuestra Unión es fundamentalmente un proyecto político, una comunidad de valores. Esto es importante porque el orden internacional debe ser repensado, y Europa tiene una importante contribución que hacer.
Stefan Zweig , recordando los primeros días de la guerra, describió , y cito textualmente «los miles y cientos de miles de hombres [que ] sentían que nunca antes se habían sentido en tiempos de paz, la forma en que estaban juntos y eran solidarios».
Y ahí aparece la tercera lección: la de la responsabilidad y la solidaridad. El mundo actual se caracteriza por la interdependencia, ¿qué influencia tendrían nuestros países si no hubiéramos compartido nuestra soberanía en el seno de la Unión Europea? ¿Qué tipo de Unión tendríamos sin la solidaridad y sin la responsabilidad de cada uno de nosotros hacia la prosperidad y la seguridad de todos?
Hace cien años, el Imperio alemán, Austria- Hungría, Bélgica, Francia, Luxemburgo, Portugal, el Reino Unido, los reinos de Bulgaria, Italia, Grecia y Rumania, los imperios ruso y otomano, Serbia y Montenegro, en nombre los países europeos, se enfrentaron en una terrible guerra. El salvajismo, que comenzó en Europa, se propagó por el mundo.
Cien años después, la Unión Europea ha demostrado que es eficaz en la organización de la vida de tal manera que se asegure que existe un mundo mucho más digno. Se puede y Europa debe contribuir a dar forma a la globalización que protege y defiende aquello que es universalmente humano en la humanidad.
Cuando recordamos que la Primera Guerra Mundial fue seguida por una Segunda Guerra Mundial , es justo decir que debemos aprender lecciones. La Unión Europea es nuestra lección aprendida tras dos guerras mundiales y debe seguir siéndolo en el futuro.
Si hemos de extraer una nueva lección de los trágicos acontecimientos que se están produciendo actualmente en Ucrania, es precisamente esta: que nunca, lo repito, nunca hemos de dar por descontada la paz y la estabilidad en Europa. Hemos de defender la idea de Europa si queremos preservar la paz y la estabilidad en el Continente.
Ahora que parece que despiertan algunos de nuestros viejos demonios en Europa, no podemos olvidar que los que defienden el ultranacionalismo y la xenofobia están atacando a la Unión Europea y los valores que todos defendemos. Hay muchas formas de nacionalismo, unos son más proteccionistas, otros más chovinistas, otros con la mirada puesta en los extranjeros o los emigrantes, otros tienen un discurso antiglobalización. Pero todos ellos tienen una cosa e común: odia la Unión Europea, la UE es su enemigo. Y es cierto, lo es. La Unión Europea se costruye contra la naturaleza agresiva del ultranacionalismo.
Estamos todos unidos en una Unión que garantice la paz, la democracia, la libertad y la justicia para cada uno de nuestros países. Una preciosa Unión, que estamos obligados a preservar y defender.