Un lento escrutinio ha confirmado que los liberales del VVD han conseguido 41 escaños, diez más de los que tenían, y los laboristas de PvdA, 39, nueve más. Ambos experimentan un fuerte e inesperado aumento de votos a costa del partido xenófobo de Geert Wilders, partidario de que Holanda abandone la UE, que pierde nueve escaños y se queda con 15, los mismos que los socialistas radicales del SP, que mantienen su representación, a pesar de su campaña contra las políticas de austeridad.
Los resultados suponen un claro respaldo a la UE y en Bruselas pueden respirar tranquilos, después de una campaña en la que Europa ha centrado los debates porque los recortes internos y los rescates externos hacían temer que se disparara el voto euroescéptico.
Y Europa seguirá dominando la política holandesa porque los dos partidos más votados, obligados a entenderse para conseguir formar un gobierno estable, tienen una visión muy distinta de cómo gestionar la superación de la crisis. Los vencedores, los liberales de Rutte, alineados con Alemania y Finlandia, defienden políticas de austeridad en Europa, mientras los laboristas, en la línea de François Hollande, apuestan por recuperar el crecimiento por encima de los recortes. Holanda mantiene la calificación de triple A para su economía, pero ve cómo se tambalea su asentado estado del bienestar.
El actual primer ministro,Mark Rutte, dijo esta madrugada que inmediatamente empezará las negociaciones para formar gobierno. El líder laborista, Diederik Samson, señaló que «debemos trabajar juntos. Este país no busca la polarización para los próximos cinco años».