El objetivo de fondo es disimular los delitos, silenciar las opiniones contrarias y reducir el poder de los ciudadanos, señala el informe «Ataques a la prensa en 2011», elaborado por el Comité para la Protección de los Periodistas, que ha identificado a 179 periodistas, editores y reporteros fotográficos que estaban tras las rejas el 1 de diciembre pasado, 34 más que en 2010, según el director ejecutivo de la organización, Joel Simon.
Irán es por segundo año consecutivo el país con más periodistas en prisión, con 42. Le siguen Eritrea con 28, China con 27, Birmania con 12 y Vietnam con nueve. «La situación ha empeorado en Irán, con una continua represión a los medios este mes después de que se registraran 10 nuevos arrestos de periodistas en enero, que fueron documentados por el Comité», nos dijo Simon . «El gobierno también ha restringido los informes adversos bloqueando sitios web», señaló, «interviniendo señales de satélites y prohibiendo publicaciones».
En América, aunque las autoridades continúan deteniendo periodistas por periodos breves, el 1 de diciembre no había uno solo tras las rejas por motivos vinculados a su trabajo.
Los encarcelamientos también han ido reduciéndose gradualmente en Europa y Asia central, donde apenas ocho periodistas fueron encarcelados. Se trata de la cifra más baja en seis años.
No obstante, el censo de 2011 registró un aumento alarmante de la cantidad de periodistas presos sin que mediaran cargos o el debido proceso. Sesenta y cinco periodistas fueron encarcelados sin que se revelara públicamente ningún cargo, muchos de ellos en cárceles secretas a las que no tienen acceso ni abogados ni familiares.
En algunos casos, gobiernos como los de Eritrea, Siria y Gambia negaron la existencia de estos periodistas presos. La investigación del Comité para la Protección de los Periodistas también muestra que la impunidad en todo el mundo sigue siendo muy alta, de poco menos que el 90 por ciento, y permanece sin cambios en los últimos cinco años.
En Libia, donde el Comité registró un solo periodista muerto entre 1992 y 2010, otros cinco fueron asesinados solo en 2011. Tanto en Siria como en Túnez ese año se registró la primera muerte de un periodista desde que el Comité inició su recuento en 1992.
En Bahrein, dos periodistas fallecieron mientras estaban en custodia a raíz de lo que el gobierno llamó «complicaciones médicas», aunque hubo acusaciones generalizadas en cuanto a que ambos habían sido torturados.
En 2011, alrededor del 40 por ciento de los reporteros que murieron fue mientras cubrían manifestaciones callejeras, muchas de ellas durante la serie de levantamientos populares que hicieron estallar el mundo árabe. «Los periodistas, en particular los independientes, los blogueros y los periodistas 'ciudadanos' han desempeñado un papel enorme» en la Primavera Árabe, dice el subdirector del Comité, Robert Mahoney.
«Aprovecharon el poder de los medios sociales y abrazaron la nueva tecnología para transmitir noticias e información que apenas unos años antes habría sido imposibles dar a conocer, y mucho menos publicar. A algunos los detuvieron y a otros los acosaron por su trabajo; otros pagaron con sus vidas», señaló.
«Las autoridades, por ejemplo en Egipto, intentaron contener la inundación de noticias e imágenes que salían de la plaza Tahrir clausurando el servicio de telefonía móvil» y también, hubo un momento en el que realizaron un apagón de Internet en todo el país, dijo Mahoney. «Pero las noticias siguieron fluyendo».
La tarea de informar «también jugó un rol importante en el conflicto libio, pero allí el coste en vidas de periodistas fue alto; en 2011 hubo por lo menos cinco periodistas asesinados», agregó.
En Siria, el régimen aplicó un efectivo apagón de medios en marzo de 2011, prohibiendo a los periodistas que informaran o que entraran al país y deteniendo a los reporteros locales que intentaban cubrir las protestas contra el gobierno de Bashar al-Assad. En noviembre de 2011, el cámara Ferzat Jarban fue el primer periodista asesinado en Siria por el trabajo que realizaba, desde que el Comité empezó a llevar registros detallados en 1992. «Los periodistas en Siria corren un gran peligro, porque informar y analizar de modo independiente es lo último que quiere el gobierno», dice Mahoney.
El gobierno sirio niega a la mayoría de los periodistas extranjeros el acceso al país, y a aquellos a los que les permitió la entrada fue a costa de muchas restricciones en su trabajo. «Quienes quieren hacer sus propios reportajes de primera mano tienen o bien que eludir a sus custodios sirios (y eso es difícil y peligroso para sus fuentes) o entrar en secreto al país, a menudo desde Turquía. Cruzar la frontera clandestinamente es muy peligroso. Si los atrapa una patrulla siria están liquidados», explica Mahoney. Aunque «Los más afectados por la campaña siria contra la prensa son los periodistas locales», agrega Mahoney.
La semana pasada, 14 periodistas, blogueros y activistas por la libertad de prensa del Centro Sirio para los Medios y la Libertad de Expresión fueron arrestados, y en el último año otros seis fueron asesinados, mientras que muchos más han tenido que huir del país.