Las previsiones para 2011 de los Bancos Centrales, del Foro Económico Mundial, del Banco Mundial y de la Agencia de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) entre otras instituciones son bastante desalentadoras. Indican que habrá una desaceleración en la economía a nivel global que irá acompañada por una subida de los precios de los alimentos y otras materias primas que generará una crisis que tendrá mayor incidencia en los países más pobres.
La pasada semana la FAO hizo público un informe en el que quedaba claro que el índice de precios alimentarios ha registrado en el mes de diciembre de 2010 un récord superando los niveles de 2008 que ocasionaron una fuerte crisis alimentaria y protestas en vario países.
Jacques Diouf director general de la FAO, ha confirmado que las perspectivas para este año «son preocupantes» y ha añadido que «La volatilidad de los precios (de la alimentación básica) será uno de los puntos centrales de la agenda de la FAO y del G-20 en 2011» en un intento de encontrar soluciones políticas y medidas prácticas para afrontar este problema.
Curioso problema, el que, como ha señalado el portavoz de agricultura de la Comisión Europea, Roger Waite, no es una cuestión de existencias. Los almacenes están más llenos que nunca. Habrá que decirlo sin ambages, es una cuestión de especulación. Para el relator de Naciones Unidas sobre el derecho a la alimentación, Olivier de Schutter, el encarecimiento se debe a «movimientos de pánico de los mercados» y lo ha explicado: cuando se acumulan informaciones sobre incendios en Rusia, olas de calor en Ucrania, lluvias torrenciales en Canadá, inundaciones memorables en Australia... algunos operadores del mercado se niegan a vender rápidamente, en tanto que los compradores intentan acaparar todo lo que pueden...«si todos hacen eso, los precios aumentan».
A partir de agosto los precios se dispararon, en especial el maíz y el trigo. El índice global de precios para productos agropecuarios básicos (cereales, carne, azúcar, oleaginosas o lácteos) está en el nivel más alto desde que, hace 30 años, la FAO comenzó a elaborar esas estadísticas. Unos 80 países se enfrentan a un déficit de alimentos, Burkina Faso, Malí, Mauritania, Níger, Senegal, Chad, y Haití son los más expuestos. Pero también Bolivia, que ya ha tenido serias protestas, Honduras o Nicaragua.
Shutter, cree que para evitar esta nueva crisis, los países más desarrollados del G-8 deberían cumplir las promesas que hicieron en abril de 2009 cuando se reunieron en la localidad italiana de L'Aquila y prometieron 20.000 millones de dólares de inversiones para reactivar la producción agrícola de los países más pobres. De ese dinero solo ha llegado el 20%.
En 2009 la FAO puso en marcha proyectos en más de 28 países de África, Asia, América Latina y el Caribe por un valor de 1.000 millones de euros, con una significativa aportación de la UE. Ahora es necesario intensificar los esfuerzos para resistir a futuras crisis alimentarias, financieras y climáticas.
El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, en la presentación del informe de «Previsiones económicas 2011, Navegando contra la corriente» ha abogado por una mayor capacitación de los pequeños agricultores de los países menos desarrollados para que puedan hacer frente a los movimientos del mercado. «El 86% de los alimentos básicos de las zonas pobres proviene de productores locales, por lo que el apoyo a los esfuerzos de los países por promover la actividad de los pequeños agricultores resulta fundamental», ha dicho.
Por su parte el Foro Económico Mundial (FME), en su informe «Riesgos Globales 2011», muestra en el triángulo «agua-alimentos-energía» el mayor foco de preocupación para el futuro. El rápido crecimiento demográfico y la creciente prosperidad económica están ejerciendo presiones insostenibles en los recursos, el FME prevé que la demanda de agua, energía y alimentos crezca entre un 30 y un 50% en los próximos 20 años.