Para ser exactos 35.779.208 ciudadanos podrán votar este 20 de noviembre, 707.000 más que en los últimos comicios generales, de ellos, casi 200.000 son jóvenes que votarán por primera vez.
Casi un millón y medio de personas residen en el extranjero, aunque ya se conoce que solo uno de cada diez ha ejercido su derecho a votar.
Estos comicios se han caracterizado por su austeridad. No se han alquilado carísimos recintos para mítines multitudinarios, ni las calles se han llenado de carteles ni ha habido grandes fiestas con fuegos artificiales de cierre de campaña como otros veces.
También ha ahorrado la administración. La subsecretaria de Estado del Ministerio del Interior, Pilar Gallego, ha explicado que el presupuesto para estas elecciones ha sido de 124 millones de euros, un 5,8% menor que las anteriores. Un gasto de unos 2,75 euros por ciudadano.
Los cambios más significativos este 20-N son la reducción del tamaño de las papeletas del Senado, que ha permitido además un ahorro de 3 millones de euros y de las que se han impreso 600 millones de papeletas menos que en otras ocasiones.
Entre las novedades, las mesas administradas electrónicamente (MAE) que se prueban en la Comunidad de Madrid, dotadas con un PC portátil, un lector del Documento Nacional de Identidad (DNI), una impresora y una tarjeta con el censo electoral correspondiente.
Por primera vez en la historia de la democracia española se va a votar sin que ETA esté presente. Unas dos semanas antes de que comenzara la campaña electoral hizo pública la declaración del cese de su actividad terrorista.
No se puede decir lo mismo de la economía, que ha sido la gran protagonista, los mercados han presionado y han hecho que la prima de riesgo, un tecnicismo del que muy pocos habían oído hablar hasta ahora, se haya convertido en una especie de espada de Damocles sobre las cabezas de los españoles.