El valle del Po y la región de Emilia-Romagna han vuelto a sufrir un nuevo terremoto que como el de hace diez días ha llegado a los 5,8 grados en la escala Richter. El seísmo al que han seguido vairas réplicas ha matado a 17 personas y ha dejado un centenar de heridos. Varias víctimas son trabajadores que se han visto sorprendidos en el interior de las naves en las que estaban trabajando a la hora del siniestro, las 9 de la mañana. Las autoridades han desalojado algunos edificios de Milán, Pisa y Florencia.
Los temblores han afectado a la provincia de Módena, la misma en la que se produjo el terremoto del 20 de mayo, que causó 7 muertos y 5.000 evacuados. Durante toda la jornada se han producido varias réplicas. Dos horas y media después del seismo se habían registrado 30 réplicas.
Muchos vecinos se encuentran todavía en la calle esperando noticias de las autoridades locales, otros se han ido a otras poblaciones del norte de Italia para buscar refugio. En la zona se han suspendido las clases y el transporte ferroviario. La factoría Ferrari de Módena ha cerrado las puertas y los empleados se han marchado a casa. Al parecer, algunas de las fábricas que se han derrumbado no tenían todavía permiso para poder funcionar ya que estaban pendientes de las inspecciones arquitectónicas. Ya han surgido las primeras críticas por que se hubieran autorizado el acceso a escuelas, viviendas y empresas, dañadas en el anterior seismo.
El gobierno italiano ha dicho que hará todo los posible y lo antes posible para ayudar a los ciudadanos. Hace unas semanas habían anunciado que suspendían las ayudas por desastres naturales. Italia ha declarado el 4 de junio, jornada de luto oficial por las 24 víctimas de los terremotos de este mes.